Nissan's automated conveyor system Christopher Furlong/Getty Images

Competencia con las máquinas

LONDRES – Disipar la ansiedad generada por el advenimiento de los robots se ha convertido en una de las principales preocupaciones de la apologética empresarial. El sentido común – que está muy lejos de ser ingenuo – dice que cuanto más automatizados sean los puestos de trabajo, habrá menos puestos de trabajo para los humanos. El ejemplo estelar es el automóvil sin conductor. Si los automóviles pueden conducirse a sí mismos, ¿qué ocurrirá con los chóferes, taxistas, y sucesivamente con otros?

La teoría económica nos dice que nuestras preocupaciones carecen de fundamento. Asociar máquinas a trabajadores aumenta la producción de los trabajadores por cada hora que trabajan. Por lo que ellos tienen una opción envidiable: trabajar menos por el mismo salario que antes percibían, o trabajar la misma cantidad de horas para obtener un mayor salario. Y, a medida que cae el costo de las mercancías existentes, los consumidores tendrán más dinero para gastar en mayor cantidad de las mismas mercancías o en mercancías diferentes. De cualquier manera, no hay razón para esperar una pérdida neta de puestos de trabajo humanos – o esperar cualquier otra situación que no sea una que muestre mejoras continuas en los estándares de vida.

La historia sugiere que debería ocurrir lo antedicho. Durante los aproximadamente últimos 200 años, la productividad ha ido en constante aumento, especialmente en Occidente. Las personas que viven en Occidente han optado por ambas situaciones: mayor tiempo de esparcimiento y mayores ingresos. Las horas de trabajo en los países ricos se han reducido a la mitad desde el año 1870, mientras que el ingreso real per cápita se ha quintuplicado.

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