sherwin6_ Dimitrios KambourisGetty Images for The Met MuseumVogue_elon musk Dimitrios Kambouris/Getty Images for The Met Museum/Vogue

FrankensTecno

LONDRES – En la novela de Mary Shelley Frankenstein o el moderno Prometeo, como es bien sabido, el científico Víctor Frankenstein usa partes de cadáveres para crear un monstruo «superhumano» hiperinteligente que, enloquecido por la crueldad humana y el aislamiento, se vuelve finalmente contra su creador. Desde su publicación en 1818 esta historia de una investigación científica desastrosa se ha convertido en una metáfora sobre el peligro (y la locura) que implican los intentos de incorporar en las máquinas inteligencia semejante a la humana.

El relato de Shelley adquirió una nueva resonancia con el rápido surgimiento de la inteligencia artificial generativa. El 22 de marzo, el Instituto Future of Life publicó una carta abierta que firmaron cientos de líderes tecnológicos, entre ellos el director ejecutivo de Tesla, Elon Musk, y uno de los fundadores de Apple, Steve Wozniak, en la que solicitaban una pausa (o una moratoria impuesta por el gobierno) de seis meses en el desarrollo de sistemas de IA más poderosos que el ChatGPT-4, recientemente estrenado por OpenAI. «Los sistemas de IA con inteligencia capaz de competir con los humanos pueden plantear profundos riesgos para la sociedad y la humanidad», dice la carta, que hasta el momento cuenta con la firma de más de 25 000 personas. Los autores advierten sobre la carrera «descontrolada [...] para desarrollar e implementar mentes digitales cada vez más poderosas que nadie —ni siquiera sus creadores— puede entender, predecir o controlar de manera confiable».

Musk, la segunda persona más rica del mundo en la actualidad, es en muchos aspectos el Víctor Frankenstein de nuestro tiempo. El jactancioso milmillonario sudafricano ya intentó automatizar completamente la conducción de vehículos (aunque con resultadosdesiguales), afirmó haber inventado un nuevo medio de transporte —el proyecto de cápsula ultrarrápida o hyperloop de la empresa The Boring Company (todavía hipotético)— y declaró su intención de «proteger la luz de la conciencia» usando su empresa de cohetes SpaceX para establecer una colonia en Marte. Musk fue además uno de los fundadores de OpenAI (renunció al directorio en 2018 después de intentar tomar el control de la empresa).

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