

Fifteen years after the collapse of the US investment bank Lehman Brothers triggered a devastating global financial crisis, the banking system is in trouble again. Central bankers and financial regulators each seem to bear some of the blame for the recent tumult, but there is significant disagreement over how much – and what, if anything, can be done to avoid a deeper crisis.
PRINCETON – Después de un año de estancamiento en las negociaciones, seis de los partidos turcos opositores finalmente se unieron para presentar a un único candidato presidencial en las elecciones de mayo, con la esperanza de poner fin al gobierno cada vez más autocrático y represivo de Tayyip Erdoğan, que lleva ya dos décadas. Este mes, la llamada Mesa de Seis se puso de acuerdo en que los representará Kemal Kılıçdaroğlu, líder del Partido Republicano del Pueblo (CHP), una agrupación socialdemócrata y secularista. En el camino quedaron contendientes más jóvenes y carismáticos, como el alcalde de Estambul, del CHP, quien en 2019 había recuperado la ciudad del control del Partido de la Justicia y el Desarrollo, creado por Erdoğan.
Cuando un régimen populista y autoritario amaña el juego democrático, es cuestión de sentido común que los partidos opositores unan sus fuerzas para tener chance de ganar las elecciones. Pero esa unidad, aunque necesaria, no es suficiente para lograr el éxito. De hecho, la parte más difícil llega después de la decisión de unirse.
Los partidos de la oposición que se unen para destronar a un líder o partido específico —especialmente a un «hombre fuerte populista»— deben priorizar ese imperativo por sobre otros compromisos programáticos. Después de todo, los líderes populistas han demostrado que pueden socavar la democracia y todo indica que profundizarán el daño si son reelectos.
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