SANTIAGO – Hay pocas cosas que emocionen más a la vieja izquierda latinoamericana que un libro sobre la desigualdad escrito por un francés. Por ello, como era de esperarse, Capital in the Twenty-First Century (El capital en el siglo XXI) de Thomas Picketty ha sido todo un éxito en la región. En los dos meses transcurridos desde su publicación en inglés, se ha escrito más de un ensayo cuyo autor sostiene que la grand oeuvre del profesor de la Escuela de Economía de París confirma afirmaciones previas (en general, hechas por el propio autor) sobre los peligros de la desigualdad en América Latina.
Pikkety teje una grandiosa narrativa sobre la dinámica de la acumulación de capital en una economía de mercado. Según su ahora famosa fórmula, si la tasa de retorno del capital es mayor que la tasa de crecimiento de la economía, la riqueza heredada aumentará más rápidamente que el ingreso salarial, y los dueños del capital tendrán una participación cada vez más alta en el producto nacional.
Nadie puede negar que en América Latina la distribución del ingreso es escandalosamente desigual. Sin embargo, lo que sorprenderá a los entusiastas de Picketty (muchos de los cuales aún no han leído su libro) es que su teoría tiene poco o nada que ver con los aspectos ya cuantificados de la dinámica de la distribución del ingreso en la región.
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Given strong odds that we will face another pandemic, the international community is rightly engaged in discussions about how to do better next time. But the latest United Nations agreement on the issue offers mere platitudes, rather than the kind of concrete measures needed to stay ahead of a new pathogen.
explains what governments need to do to demonstrate that they are taking the threat seriously.
While China was an early mover in regulating generative AI, it is also highly supportive of the technology and the companies developing it. Chinese AI firms might even have a competitive advantage over their American and European counterparts, which are facing strong regulatory headwinds and proliferating legal challenges.
thinks the rules governing generative artificial intelligence give domestic firms a competitive advantage.
SANTIAGO – Hay pocas cosas que emocionen más a la vieja izquierda latinoamericana que un libro sobre la desigualdad escrito por un francés. Por ello, como era de esperarse, Capital in the Twenty-First Century (El capital en el siglo XXI) de Thomas Picketty ha sido todo un éxito en la región. En los dos meses transcurridos desde su publicación en inglés, se ha escrito más de un ensayo cuyo autor sostiene que la grand oeuvre del profesor de la Escuela de Economía de París confirma afirmaciones previas (en general, hechas por el propio autor) sobre los peligros de la desigualdad en América Latina.
Pikkety teje una grandiosa narrativa sobre la dinámica de la acumulación de capital en una economía de mercado. Según su ahora famosa fórmula, si la tasa de retorno del capital es mayor que la tasa de crecimiento de la economía, la riqueza heredada aumentará más rápidamente que el ingreso salarial, y los dueños del capital tendrán una participación cada vez más alta en el producto nacional.
Nadie puede negar que en América Latina la distribución del ingreso es escandalosamente desigual. Sin embargo, lo que sorprenderá a los entusiastas de Picketty (muchos de los cuales aún no han leído su libro) es que su teoría tiene poco o nada que ver con los aspectos ya cuantificados de la dinámica de la distribución del ingreso en la región.
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