Un momento propio de Obama para los intocables de la India

NUEVA DELHI – Una de las numerosas consecuencias internacionales de la asombrosa victoria de Barack Obama en los Estados Unidos es la introspección a escala mundial sobre si semejante avance podría ocurrir en otro país. ¿Podría una persona de color llegar a ocupar el poder en otros países con mayoría blanca? ¿Podría un miembro de una minoría acosada transcender las circunstancias de su nacimiento para llegar a dirigir su país?

Mientras que muchos analistas de una gran diversidad de naciones, en particular en Europa, han concluido que semejante acontecimiento no podría ocurrir en un futuro previsible, la India es una excepción. Hace mucho que políticos pertenecientes a minorías han ejercido autoridad, si no el poder, en sus diversos altos cargos. De hecho, en las últimas elecciones generales de la India, celebradas en 2004, ganó una mujer de origen italiano y fe católica romana (Sonia Gandhi), que abrió el camino para que un musulmán (el Presidente Abdul Kalam) tomara juramento a un sij (Manmohan Singh) como Primer Ministro en un país el 81 por ciento de cuya población es hindú. No sólo podría ocurrir aquí, dicen los indios, sino que ya ha ocurrido.

Esa complacencia es prematura. La analogía más próxima a la situación de los negros americanos es la de los dalits –antes llamados “intocables”–, los parias que durante milenios sufrieron una discriminación y una opresión humillantes. Como los negros en los EE.UU., los dalits representan el 15 por ciento, aproximadamente, de la población; se los encuentra desproporcionadamente en puestos de trabajo de baja categoría e ingresos bajos, sus niveles de instrucción son inferiores a los de las castas altas y siguen padeciendo incidentes diarios de discriminación por la simple razón de su identidad al nacer. Sólo cuando un dalit gobierne la India se podrá decir en verdad que este país ha alcanzado su “momento propio de Obama”.

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