¿Un deshielo entre la India y Pakistán?

NUEVA DELHI – La India y Pakistán están atravesando uno de los mejores períodos de su turbulenta relación. En meses recientes no ha habido ataques terroristas, retórica incendiaria ni incidentes diplomáticos. El presidente pakistaní, Asif Ali Zardari, acaba de realizar una visita personal, corta pero exitosa, a la India (principalmente para visitar una capilla famosa, pero que incluyó una comida con el primer ministro Manmohan Singh). Dieciséis años después de que la India concedió a Pakistán el estatus de nación más favorecida (NMF) en cuestiones comerciales, Pakistán está a punto de hacer lo propio. El proceso de paz se ha reanudado y ambas partes están conversando cordialmente en todos los niveles.

Con todo, es importante comprender que los problemas que han acosado desde hace mucho las relaciones bilaterales no se solucionarán de la noche a la mañana. Incluso si por algún milagro civiles y militares en Pakistán súbitamente vieran la luz, llegaran a la conclusión de que el terrorismo es perjudicial para ellos y decidieran hacer causa común con la India para erradicarlo, la tarea no se cumpliría con un simple chasquido de dedos. El extremismo no es un interruptor que se pueda apagar a voluntad. La proliferación de las ideologías extremistas, las organizaciones militantes y los campos de entrenamiento ha adquirido un impulso propio. Como dijo Satyabrata Pal ex alto comisionado de la India para Pakistán:

“Estos grupos yihadistas reclutan entre los millones de jóvenes pakistaníes que salen de escuelas vernáculas y madrasas llenos de odio contra el mundo moderno en el que carecen de capacidades para trabajar. Así pues, mientras los jóvenes de la India se van a  Silicon Valley  y tienen éxito, los jóvenes pakistaníes se van al Valle de Swat a prepararse para cometer atentados suicidas. Sus vidas sin significado justifican el fin. Pakistán ha traicionado a sus jóvenes, y esa es su tragedia.”

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