pa4105c.jpg Paul Lachine

La declinación autoimpuesta de EE.UU.

MELBOURNE – Si la amplia prosperidad posterior a la Segunda Guerra Mundial que se ha sostenido ya por seis décadas llega a su fin, tanto los Estados Unidos como Europa serán los responsables. Con raras excepciones, la política se ha convertido en una profesión desacreditada a lo largo de todo el Occidente. Siempre se trata al mañana como más importante que la próxima semana, y la próxima semana prevalece sobre el próximo año, y nadie busca garantizar el futuro a largo plazo. Ahora el Occidente está pagando el precio.

En este situación, los instintos del Presidente Barack Obama pueden ser la excepción, pero él está luchando en Estados Unidos contra fuerzas poderosas que se encuentran aferradas al pasado, así como contra un populismo demagógico, que se presenta bajo la figura del Tea Party, él cual es aún más radical; y, que podría derrotarlo en el año 2012, dañando gravemente a los EE.UU. en el proceso. 

Los amigos de Estados Unidos alrededor del mundo miraron con consternación la reciente trifulca sobre la elevación del techo de la deuda del gobierno federal, y observaron la incapacidad del Congreso de EE.UU. para llegar a algo que pueda ser visto como un compromiso equilibrado y con visión de futuro. Por el contrario, el resultado representa una victoria importante para los lacayos del Tea Party, cuyo propósito parece ser la reducción de las obligaciones y gastos del gobierno a un mínimo estrictamente necesario (algunos incluso objetan la existencia de un banco central), y el mantenimiento de las escandalosas concesiones y ventajas impositivas dictadas por el presidente George W. Bush a favor de los ricos.

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