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La discriminación positiva, acorralada

NUEVA DELI – ¿Hay que tratar de distinta manera a la gente según su raza, casta, género, religión o cualquier otra característica accidental de nacimiento? En junio de 2023, la Corte Suprema de Estados Unidos respondió a esa pregunta con un rotundo «no» cuando abolió la discriminación positiva, también llamada acción afirmativa, en la educación superior. El demandante del caso, la ONG Students for Fair Admissions, había iniciado acciones legales contra la Universidad de Carolina del Norte y Harvard College alegando que sus políticas de admisión, atentas a las razas, discriminaban a los postulantes estadounidenses de origen asiático.

Cuando un país está plagado de desigualdades enraizadas entre los grupos, cualquier política basada en ellos, como la discriminación positiva, genera interrogantes. Los esfuerzos por reparar la discriminación histórica —como la esclavitud y los sesgos por castas— y fomentar la igualdad de oportunidades para las comunidades marginadas son inevitables... al igual que el fuerte rechazo posterior de esas políticas debido a que perpetúan la «discriminación inversa» y protegen a sus beneficiarios del rigor de la competencia.

La desigualdad en las oportunidades no depende de la riqueza de los países: EE. UU. es mucho más rico que la India —su PBI per cápita es aproximadamente nueve veces mayor en términos de paridad del poder adquisitivo—; además, el 88 % de los estudiantes estadounidenses elegibles están inscritos en institutos de educación superior y universidades, algo que solo ocurre con el 31 % en la India... sin embargo, ambos países implementaron políticas de discriminación positiva.

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