Una encrucijada para la constitución de Europa

En las últimas semanas, la atención ha estado centrada en la guerra en Irak y en las grietas que el conflicto ha puesto en evidencia al interior de Europa. Pero al mismo tiempo, quizás porque nadie estaba observando, ocurrió un avance esencial en la Convención para el Futuro de Europa, en donde se está dando forma a la nueva constitución de Europa.

Representantes de 16 países (Austria, Irlanda, Portugal, los tres países escandinavos y los diez estados que se unirán a la UE en mayo de 2004) enviaron una propuesta, en forma de una declaración, que llama a preservar el actual y delicado equilibrio institucional de la UE. Recomendaron mantener a la Comisión Europea como la rama protoejecutiva, al Consejo Europeo como el órgano de canalización de los intereses nacionales, y al Parlamento Europeo como la institución que represente directamente a los ciudadanos de Europa. Reafirman la igualdad de los estados miembros, al defender la presidencia rotativa del Consejo.

Pero, además de evitar cambios destructivos, la propuesta sugiere una manera para que la Convención siga desarrollándose. Específicamente, recomienda un modo de fortalecer la legitimidad democrática de la Comisión, permitiendo que su presidente sea reelecto por el Parlamento o por un colegio electoral que también incluya a representantes de los parlamentos nacionales.

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