castaneda86_Jose VeasNurPhoto via Getty Image_allende Jose Veas/Nur/Photo via Getty Images

La sombra de Allende en el Chile de hoy

CIUDAD DE MÉXICO – Conmemorar un golpe de Estado puede ser difícil, sobre todo en América Latina, donde los golpes y los caudillos militares que suelen venir a continuación han sido cosa frecuente. El levantamiento del 11 de septiembre de 1973 que derrocó al presidente democráticamente electo de Chile Salvador Allende podría pasar por uno entre tantos. Pero esta tragedia tiene algunas características únicas, de las que da cuenta el torrente de libros, documentales y comentarios (algunos de ellos, provistos de nuevas revelaciones) que han aparecido al cumplirse cincuenta años del golpe y evalúan la presidencia de Allende, terminada con su muerte prematura.

Allende prometió un socialismo democrático: una revolución pacífica con sabor a «empanadas y vino tinto», como se dijo entonces para resaltar el exclusivo carácter nacional de su proyecto político. Un sistema socialista obtenido mediante elecciones libres, en vez de impuesto a la sociedad por la fuerza, constituía una novedad histórica, y en lugares tan lejanos como Italia y Francia se observaba con mucho interés. Hasta el día de hoy, muchos chilenos recuerdan al gobierno de Allende por sus sinceros esfuerzos para empoderar a los marginados.

También es singular la brutalidad con la que el general Augusto Pinochet destruyó el experimento. En América Latina hubo abundancia de golpes, pero nunca se había bombardeado un palacio presidencial, ni se sacó el cuerpo de un presidente de bajo las ruinas. Además, fue un golpe institucional, no el típico levantamiento militar motivado más por la ambición personal que por la ideología: el régimen de Pinochet contó con el apoyo de la totalidad de las fuerzas armadas y de la policía.

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