Mientras el mundo aplaudía al ex secretario general de las Naciones Unidas Kofi Annan por sus recientes esfuerzos para poner fin a la violencia en Kenia, muchos también se preguntaban si un Annan fatigado, o algún otro líder global, librará otra batalla para fines de este mes: esta vez en Zimbabwe.
Las inminentes elecciones en Zimbabwe, programadas para el 29 de marzo, ofrecen miedo y esperanza a la vez a los millones de personas atrapadas en las condiciones infernales del país o que intentan huir de ellas. Incluso los datos oficiales hoy ubican la tasa de inflación en más del 100.000%, y la situación de los zimbabwenses comunes se vuelve más desesperada cada día. Las elecciones podrían darles a los zimbabwenses la posibilidad de terminar con la prolongada dictadura del presidente Robert Mugabe. Pero, sin supervisión, se llevarán a cabo en un contexto que podría arremeter con las esperanzas de los zimbabwenses.
A los zimbabwenses se les niegan sus libertades elementales y son objeto de violencia. La tortura es generalizada. Grupos de la sociedad civil reportan arrestos de candidatos electorales de la oposición, manipulación de los suministros de alimentos con fines políticos e incidentes violentos de intimidación a los votantes.
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Since 1960, only a few countries in Latin America have narrowed the gap between their per capita income and that of the United States, while most of the region has lagged far behind. Making up for lost ground will require a coordinated effort, involving both technocratic tinkering and bold political leadership.
explain what it will take finally to achieve economic convergence with advanced economies.
Between now and the end of this decade, climate-related investments need to increase by orders of magnitude to keep the world on track toward achieving even more ambitious targets by mid-century. Fortunately, if done right, such investments could usher in an entirely new and better economy.
explains what it will take to mobilize capital for the net-zero transition worldwide.
Mientras el mundo aplaudía al ex secretario general de las Naciones Unidas Kofi Annan por sus recientes esfuerzos para poner fin a la violencia en Kenia, muchos también se preguntaban si un Annan fatigado, o algún otro líder global, librará otra batalla para fines de este mes: esta vez en Zimbabwe.
Las inminentes elecciones en Zimbabwe, programadas para el 29 de marzo, ofrecen miedo y esperanza a la vez a los millones de personas atrapadas en las condiciones infernales del país o que intentan huir de ellas. Incluso los datos oficiales hoy ubican la tasa de inflación en más del 100.000%, y la situación de los zimbabwenses comunes se vuelve más desesperada cada día. Las elecciones podrían darles a los zimbabwenses la posibilidad de terminar con la prolongada dictadura del presidente Robert Mugabe. Pero, sin supervisión, se llevarán a cabo en un contexto que podría arremeter con las esperanzas de los zimbabwenses.
A los zimbabwenses se les niegan sus libertades elementales y son objeto de violencia. La tortura es generalizada. Grupos de la sociedad civil reportan arrestos de candidatos electorales de la oposición, manipulación de los suministros de alimentos con fines políticos e incidentes violentos de intimidación a los votantes.
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