Carl Bildt was Sweden’s foreign minister from 2006 to 2014 and prime minister from 1991 to 1994, when he negotiated Sweden’s EU accession. A renowned international diplomat, he served as EU Special Envoy to the Former Yugoslavia, High Representative for Bosnia and Herzegovina, UN Special Envoy to the Balkans, and Co-Chairman of the Dayton Peace Conference. He is Co-Chair of the European Council on Foreign Relations.
ESTOCOLMO – Un creciente «nacionalismo vacunatorio» está poniendo en riesgo el esfuerzo mundial contra la pandemia de COVID‑19. Hasta mediados de marzo el coronavirus había infectado a unos 120 millones de personas en todo el mundo y causado la muerte de alrededor de 2,6 millones. Son cifras inmensas, pero representan una pequeña proporción de la población mundial, de modo que a la pandemia todavía le queda mucho camino por recorrer.
La buena noticia es la respuesta inédita a la crisis. El proceso normal de desarrollo y aprobación de vacunas suele llevar hasta diez años, pero en este caso las empresas farmacéuticas lo completaron en menos de un año. La Organización Mundial de la Salud ya aprobó cuatro vacunas contra la COVID‑19 para uso de emergencia, y es probable que pronto se sumen otras. Además, se han creado ambiciosos mecanismos globales para facilitar una distribución mundial rápida y equitativa de las vacunas.
Por ejemplo, en abril de 2020 la OMS creó un «Acelerador del acceso a herramientas contra la COVID‑19», que abarca todos los aspectos de la lucha contra la pandemia y ha facilitado uno de los esfuerzos mundiales coordinados de salud pública más veloces de la historia. Y ahora, el programa COVAX ha comenzado a enviar vacunas a por lo menos 50 países de ingresos bajos y medios de todo el mundo (aunque en las primeras etapas de producción el suministro fue limitado).
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