LIUBLIANA – Mientras las fuerzas ucranianas recuperan territorio y obligan a los desmoralizados ocupantes rusos a huir en retirada, el presidente ruso Vladímir Putin ha escalado su amenaza de usar armas nucleares. Diversos políticos enviaron severas advertencias al Kremlin, y algunos comentaristas compararon el momento actual con la crisis de los misiles cubanos de 1962 y otros episodios de alta tensión que hubieran podido terminar en un apocalipsis nuclear. Pero parece que unos quince mil ucranianos han respondido a la perspectiva de la aniquilación en forma menos abstracta: apuntándose a una fiesta sexual masiva.
A quienes participen en la «orgía de Shchekavitsia: oficial», a las afueras de Kiev, se les pedirá que «se hagan marcas en las manos para expresar sus preferencias sexuales. Las personas interesadas en tener sexo anal deben pintarse tres marcas; quienes estén interesados en el sexo oral, cuatro marcas». Grupos similares han aparecido en otras partes, incluso uno que anuncia una orgía en la calle Deribasivska en Odesa.
¿Por qué, tras ocho meses de bombardeos rusos y combates brutales, podría alguien tener interés en un evento semejante? Según una participante entusiasta: «Es lo opuesto a la desesperación. La gente buscará algo bueno incluso en el peor escenario. Ese es el megaoptimismo de los ucranianos».
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The long-standing economic consensus that interest rates would remain low indefinitely, making debt cost-free, is no longer tenable. Even if inflation declines, soaring debt levels, deglobalization, and populist pressures will keep rates higher for the next decade than they were in the decade following the 2008 financial crisis.
thinks that policymakers and economists must reassess their beliefs in light of current market realities.
Since the 1990s, Western companies have invested a fortune in the Chinese economy, and tens of thousands of Chinese students have studied in US and European universities or worked in Western companies. None of this made China more democratic, and now it is heading toward an economic showdown with the US.
argue that the strategy of economic engagement has failed to mitigate the Chinese regime’s behavior.
LIUBLIANA – Mientras las fuerzas ucranianas recuperan territorio y obligan a los desmoralizados ocupantes rusos a huir en retirada, el presidente ruso Vladímir Putin ha escalado su amenaza de usar armas nucleares. Diversos políticos enviaron severas advertencias al Kremlin, y algunos comentaristas compararon el momento actual con la crisis de los misiles cubanos de 1962 y otros episodios de alta tensión que hubieran podido terminar en un apocalipsis nuclear. Pero parece que unos quince mil ucranianos han respondido a la perspectiva de la aniquilación en forma menos abstracta: apuntándose a una fiesta sexual masiva.
A quienes participen en la «orgía de Shchekavitsia: oficial», a las afueras de Kiev, se les pedirá que «se hagan marcas en las manos para expresar sus preferencias sexuales. Las personas interesadas en tener sexo anal deben pintarse tres marcas; quienes estén interesados en el sexo oral, cuatro marcas». Grupos similares han aparecido en otras partes, incluso uno que anuncia una orgía en la calle Deribasivska en Odesa.
¿Por qué, tras ocho meses de bombardeos rusos y combates brutales, podría alguien tener interés en un evento semejante? Según una participante entusiasta: «Es lo opuesto a la desesperación. La gente buscará algo bueno incluso en el peor escenario. Ese es el megaoptimismo de los ucranianos».
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