AMÁN – El presidente estadounidense Donald Trump ha revelado un amplio plan de paz para Medio Oriente, que según su gobierno, pondrá fin a décadas de conflicto entre israelíes y palestinos haciendo concesiones a ambas partes. Pero incluso la forma en que tuvo lugar el anuncio (con Trump al lado del primer ministro israelí interino, Binyamin Netanyahu, y ningún palestino a la vista) revela hasta qué punto esta afirmación es insincera.
La eficacia de cualquier negociación de paz depende de una interacción perfectamente calibrada entre proceso y contenido. En el caso del plan de paz de Trump, el proceso fue claramente una farsa. No es sólo que ningún dirigente palestino haya asistido al anuncio, sino que ninguno fue invitado a la Casa Blanca desde que Trump (que encabeza el gobierno estadounidense más proisraelí de la historia) trasladó la embajada estadounidense en Israel a Jerusalén en mayo de 2018.
En cambio, Netanyahu ya hizo cinco viajes a Estados Unidos desde la asunción de Trump, incluida esta última oportunidad para ir a regodearse, que no dejó pasar. Como para recalcar su desprecio hacia aquellos con quienes supuestamente quiere hacer las paces, hasta se negó a pronunciar la palabra “palestinos” durante la reunión inicial en la Oficina Oval.
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Without international support, including investment at scale, African countries will not be able to expand energy access to all and still reach their climate goals. The alternative – an increased reliance on coal – would have devastating consequences.
urge the international community to step up its support for the continent’s green transition.
Although the International Monetary Fund’s newly revised policy framework on capital controls makes some improvements on what came before, it is still likely to do more harm than good. Real-world experience and advances in economic theory have shown that the IMF’s suspicions about such policies are misplaced.
thinks the Fund’s revised policy framework is better than the previous one, but still flawed.
AMÁN – El presidente estadounidense Donald Trump ha revelado un amplio plan de paz para Medio Oriente, que según su gobierno, pondrá fin a décadas de conflicto entre israelíes y palestinos haciendo concesiones a ambas partes. Pero incluso la forma en que tuvo lugar el anuncio (con Trump al lado del primer ministro israelí interino, Binyamin Netanyahu, y ningún palestino a la vista) revela hasta qué punto esta afirmación es insincera.
La eficacia de cualquier negociación de paz depende de una interacción perfectamente calibrada entre proceso y contenido. En el caso del plan de paz de Trump, el proceso fue claramente una farsa. No es sólo que ningún dirigente palestino haya asistido al anuncio, sino que ninguno fue invitado a la Casa Blanca desde que Trump (que encabeza el gobierno estadounidense más proisraelí de la historia) trasladó la embajada estadounidense en Israel a Jerusalén en mayo de 2018.
En cambio, Netanyahu ya hizo cinco viajes a Estados Unidos desde la asunción de Trump, incluida esta última oportunidad para ir a regodearse, que no dejó pasar. Como para recalcar su desprecio hacia aquellos con quienes supuestamente quiere hacer las paces, hasta se negó a pronunciar la palabra “palestinos” durante la reunión inicial en la Oficina Oval.
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