La caída de la policía secreta

Como pudo comprobar el primer ministro de Hungría, Ferenc Gyurcsany, cuando una confesión grabada de que su gobierno estaba mintiendo incitó disturbios, la franqueza en el gobierno no es algo que surja fácilmente en las nuevas democracias de Europa del este. Al igual que Hungría, la Rumania post-comunista ha luchado para aumentar la transparencia y la honestidad en lo que alguna vez fue una de las sociedades más cerradas del mundo. Mientras luchábamos, el secreto continuo dio lugar a una explosión de corrupción y abuso de poder.

Sin embargo, finalmente hubo un progreso real hacia la franqueza, reconocido por la Unión Europea cuando le dio a Rumania luz verde para sumarse a la UE a principios de 2007. Además de alcanzar lo que la UE hoy considera una “economía de mercado en funcionamiento”, hubo cambios políticos y legales fundamentales, que yo misma supervisé como ministra de Justicia, que van desde una mayor transparencia y control del financiamiento de los partidos políticos hasta una sacudida del poder judicial.

Las reformas judiciales, a su vez, están ayudando a desterrar la corrupción. Se emitieron recusaciones contra ex ministros de gabinete y ministros en funciones, miembros del Parlamento, jueces, fiscales, abogados, policías y oficiales de aduana, y otros funcionarios públicos, así como directores de compañías privadas. Asimismo, se introdujeron nuevas formas estandarizadas para las declaraciones de activos e intereses financieros de parte de cualquiera que tenga un cargo oficial en el gobierno, Parlamento, la administración pública y local y el sistema judicial. Las nuevas declaraciones son las más detalladas en Europa y, más importante aún, se hacen públicas.

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