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La revolución traicionada

KYIV – Desde la nevada Kyiv, he observado las exitosas revoluciones en El Cairo y Túnez con alegría y admiración. Los egipcios y los tunecinos tienen razón de estar orgullosos de su deseo de derrocar pacíficamente a sus gobiernos despóticos. Pero, como alguien que lideró una revolución pacífica, espero que el orgullo sea atemperado por el pragmatismo, porque un cambio de régimen es sólo el primer paso en el establecimiento de una democracia respaldada por el régimen de derecho. Por cierto, como mi país, Ucrania, hoy está demostrando, después de que se esfuma la euforia revolucionaria y regresa la normalidad, las revoluciones democráticas pueden ser traicionadas y revocadas.

La primera de las lecciones de Ucrania para los demócratas egipcios y tunecinos es que las elecciones no hacen una democracia. Después de todo, ¿qué pasa si los enemigos de la libertad usan las elecciones para afianzar sus agendas antidemocráticas? ¿Qué pasa si elementos del antiguo régimen, o los cuadros de minorías militantes, sólo pretenden abrazar normas democráticas para secuestrar la nueva democracia?

En Ucrania hoy, éstas no son cuestiones abstractas. Seis años después de nuestra Revolución Naranja, no sólo la democracia de mi país está bajo amenaza, sino que el régimen de derecho es pervertido sistemáticamente y nuestra independencia nacional, echada por la borda. Por cierto, el sistema presidencial/parlamentario híbrido que Ucrania estableció como parte del acuerdo que trajo un fin pacífico a nuestra revolución está siendo vaciado para concentrar todo el poder político en manos de un presidente electo supuestamente de manera democrática.

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