La reocupación por parte de Israel de ciudades y pueblos palestinos es la culminación de un patrón predecible. La disposición de Estados Unidos para aceptar las afirmaciones de Ariel Sharon en el sentido de que esa reocupación es una parte aceptable de su "guerra contra el terrorismo" fue no sólo sorprendente, sino equivocada y peligrosa. Al contribuir a la deslegitimación de Yaser Arafat y al aceptar la aseveración del primer ministro Sharon de que la reocupación israelí es en "defensa propia", la política estadounidense amenaza con debilitar la claridad moral y la credibilidad de su país a los ojos del mundo. Las consecuencias para Medio Oriente y más allá podrían ser mortales.
La reocupación por parte de Israel de ciudades y pueblos palestinos es la culminación de un patrón predecible. La disposición de Estados Unidos para aceptar las afirmaciones de Ariel Sharon en el sentido de que esa reocupación es una parte aceptable de su "guerra contra el terrorismo" fue no sólo sorprendente, sino equivocada y peligrosa. Al contribuir a la deslegitimación de Yaser Arafat y al aceptar la aseveración del primer ministro Sharon de que la reocupación israelí es en "defensa propia", la política estadounidense amenaza con debilitar la claridad moral y la credibilidad de su país a los ojos del mundo. Las consecuencias para Medio Oriente y más allá podrían ser mortales.