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¿La opción Nixon para el Irán?

WASHINGTON, D.C. – Reordenar las tumbonas de cubierta no habría salvado al Titanic, como tampoco los inacabables debates sobre la forma de la mesa en las negociaciones sobre Vietnam propiciaron avances en el intento de poner fin a aquel maligno conflicto. No obstante, muchos presidentes americanos han logrado reformar con audacia las conversaciones con adversarios para fortalecer la seguridad nacional sin recurrir a la guerra. Semejante audacia es necesaria ahora en las negociaciones sobre el programa nuclear del Irán.

En 1933, Franklin D. Roosevelt negoció personalmente con el ministro soviético de Asuntos Exteriores Maxim Litvinov para iniciar las relaciones diplomáticas entre los dos países. Dwight D. Eisenhower invitó a Nikita Jruschev para que acudiera a los Estados Unidos en 1959 a fin de abrir los ojos al primer dirigente soviético que visitaba los Estados Unidos en la Historia. Las conversaciones bilaterales EE.UU-China celebradas en Varsovia en el decenio de 1960 fueron infructuosas hasta que Richard M. Nixon y el Asesor de Seguridad Nacional Henry Kissinger iniciaron un debate diferente y más directo con los auspicios del Pakistán.

Las negociaciones internacionales con el Irán sobre su programa nuclear requieren también una nueva concepción y un programa más amplio. La reunión celebrada en Estambul el mes pasado concluyó con perspectivas positivas. Las dos partes decidieron buscar una vía para evitar la tónica de recriminación mutua e intercambios estériles. Ahora se ha abierto la puerta para un acuerdo inicial con objetivos modestos.

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