La lucha por los derechos de los accionistas en Rusia

MOSCU: El maltrato a los accionistas por parte de gerentes y accionistas mayoritarios daña la inversión extranjera en Rusia. No es de sorprender, entonces, que el mejoramiento de la administración corporativa y la protección a los accionistas minoritarios se esté conviertiendo en una preocupación para el gobierno de Putin. Negar la entrada a las juntas de accionistas o borrar nombres de los registros –dos artimañas comunes hace unos años—son más infrecuentes hoy en día. Algunos “oligarcas” han atravesado por conversiones al estilo del camino de Damasco y están intentando mejorar su imagen ante los inversionistas. Algunas compañías, como el gigante del petróleo Yukos, incluso nombran directores independientes extranjeros. Sin embargo, estas mejoras del sector privado no aparecen por ningún lado entre las grandes empresas controladas por el gobierno, aun cuando muchas de esas compañías tienen una minoría sustancial de accionistas privados que necesitan protección contra los abusos de los directivos. En efecto, los directivos en estas compañías se han vuelto más arrogantes y más creativos para violar los derechos de los accionistas. Como miembro independiente de los consejos de la empresa de electricidad RAO UES y de la poderosa gasera Gazprom, conozco directamente sus tretas.

United Energy Systems (UES) es dirigida por Anatoly Chubais, ex-vice primer ministro con fama de reformista. En las juntas de consejo, los dóciles gerentes de la compañía generalmente me derrotan en las votaciones. Si los jefes de la UES quieren comprar un rascacielos, a pesar de que la compañía tiene pérdidas de 350 millones de dólares, a ellos les parece bien. En noviembre se nos pidió que aprobáramos -–sin revisar—sobrepagos exagerados por administración. Algunas veces escuchamos que la UES ha adquirido una estación de TV o que financia a alguna facción política en la Duma a través de una subsidiaria. Obtener información sobre cualquiera de estos asuntos es casi imposible.

Después de 3 años como director, Chubais decidió “reestructurar” la UES, creyendo que con su verborrea sobre competencia y liberalización lograría mantener el apoyo de Londres y Nueva York. Intentó intimidar a los inversionistas durante una junta de consejo en el Kremlin donde –en el mejor estilo soviético—se esperaba que todo el mundo votara unánimemente en favor de desmembrar la compañía en pequeños pedazos para venderlos a precios bajos a cómplices, aliados políticos y amigos oligarcas. Cuando los accionistas se resistieron, Chubais buscó neutralizar a sus oponentes cambiando unilateralmente el acuerdo con el Banco de Nueva York, a fin de controlar los votos de la mayoría de los tenedores de Derechos Depositarios Americanos (ADRs).

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