Syrian refugee in her temporary home. World Bank Photo Collection/Flickr

No hay más tiempo que perder

MADRID – El drama de los refugiados ha situado a Europa frente a dos realidades innegables: la distinta respuesta de sus Estados miembros ante la acogida de refugiados y la insostenibilidad de su posición ante el conflicto sirio. Tan grave es rechazar a los que huyen de la persecución como no trabajar por la paz en Siria. No olvidemos que los refugiados son solo un síntoma de la enfermedad cruel y duradera que supone la guerra civil siria.

Los defectos de la legislación europea de asilo y la diferencia de trato que los Estados miembros dan a los refugiados ya eran evidentes, pero los 350.000 refugiados que desde enero a agosto han cruzado las fronteras europeas y los más de 2.600 que han fallecido ahogados en el Mediterráneo, nos han abierto los ojos. Las condiciones inhumanas a las que se ven sometidos muchos de los que huyen de la guerra no pueden admitirse en países europeos.

Junto a la pretendida división entre la Europa del norte y del sur –a raíz de la crisis económica–, la posibilidad de que Reino Unido abandone la UE y la crítica situación de Grecia, esta crisis humanitaria está provocando una nueva grieta: entre el este y el oeste. La UE no se puede permitir más fisuras y debe ser tajante con los Estados miembros, sirviéndose de todas las vías posibles para que respeten sus obligaciones legales, internacionales y europeas.

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