LONDRES – ¿El colapso de Silicon Valley Bank revela una debilidad fundamental en el marco actual de estabilidad financiera o simplemente representa una falla de supervisión localizada?
Al poner en peligro a muchas empresas prominentes de alto crecimiento en el sector tecnológico, la quiebra del banco efectivamente ejerció una presión política importante sobre la Reserva Federal de Estados Unidos. Pero la intervención de emergencia de la Fed durante el fin de semana -cuando ofreció una garantía total de los depósitos y extendió créditos a otros bancos, valorando su colateral de los bonos del Tesoro de Estados Unidos a valor nominal- sugiere que también estaba genuinamente preocupada por un contagio financiero. Y ahora, el susto reciente en torno a Credit Suisse ha obligado a los reguladores bancarios europeos a recapacitar sobre los mismos interrogantes.
Obviamente, hubo una falla de supervisión. La insolvencia de SVB se produjo por su exposición absolutamente previsible a las crecientes tasas de interés. Había utilizado los depósitos de los clientes para financiar inversiones en una cartera de bonos del Tesoro de Estados Unidos que estaban a punto de perder valor cuando la Fed empezó a ajustar su política monetaria hace un año. El problema no fue ni un riesgo crediticio ni un riesgo de liquidez; más bien, fue una forma obvia de riesgo de mercado. Las pruebas de estrés habituales de la Fed podrían haberles ahorrado el bochorno a los supervisores, salvo que SVB estaba eximido de este requerimiento, debido a un cambio legislativo de 2018 que aumentó el umbral de participación de 50.000 millones de dólares a 250.000 millones de dólares en activos. SVB tenía 209.000 millones de dólares en activos cuando quebró.
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Calls at this year’s Shangri-La Dialogue in Singapore to improve military-to-military communication between the US and China, especially in light of increasingly aggressive encounters at sea and in the air, fell on deaf ears. Despite the best efforts of the US and its allies, China is in no hurry to re-engage.
considers the implications of the complete collapse of defense diplomacy between the US and China.
To think that technology will save us from climate change is to invite riskier behavior, or moral hazard. Whether a climate solution creates new problems has little to do with the solution, and everything to do with us.
offers lessons for navigating a field that is fraught with hype, unintended consequences, and other pitfalls.
LONDRES – ¿El colapso de Silicon Valley Bank revela una debilidad fundamental en el marco actual de estabilidad financiera o simplemente representa una falla de supervisión localizada?
Al poner en peligro a muchas empresas prominentes de alto crecimiento en el sector tecnológico, la quiebra del banco efectivamente ejerció una presión política importante sobre la Reserva Federal de Estados Unidos. Pero la intervención de emergencia de la Fed durante el fin de semana -cuando ofreció una garantía total de los depósitos y extendió créditos a otros bancos, valorando su colateral de los bonos del Tesoro de Estados Unidos a valor nominal- sugiere que también estaba genuinamente preocupada por un contagio financiero. Y ahora, el susto reciente en torno a Credit Suisse ha obligado a los reguladores bancarios europeos a recapacitar sobre los mismos interrogantes.
Obviamente, hubo una falla de supervisión. La insolvencia de SVB se produjo por su exposición absolutamente previsible a las crecientes tasas de interés. Había utilizado los depósitos de los clientes para financiar inversiones en una cartera de bonos del Tesoro de Estados Unidos que estaban a punto de perder valor cuando la Fed empezó a ajustar su política monetaria hace un año. El problema no fue ni un riesgo crediticio ni un riesgo de liquidez; más bien, fue una forma obvia de riesgo de mercado. Las pruebas de estrés habituales de la Fed podrían haberles ahorrado el bochorno a los supervisores, salvo que SVB estaba eximido de este requerimiento, debido a un cambio legislativo de 2018 que aumentó el umbral de participación de 50.000 millones de dólares a 250.000 millones de dólares en activos. SVB tenía 209.000 millones de dólares en activos cuando quebró.
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