CAMBRIDGE – Corea del Sur tendrá una oportunidad histórica cuando presida la cumbre del G-20 en Seúl, el 11 y 12 de noviembre, porque será la primera vez que un país no miembro del G-7 será anfitrión del G-20 desde que éste sustituyera al G-7 como el comité directivo de la economía mundial. Sin embargo, existe el riesgo de que el G-20 ahora se vuelva demasiado difícil de manejar.
Corea del Sur ve, con razón, su papel de anfitrión como otra oportunidad para marcar su llegada a la escena mundial. Sin embargo, debe aprovechar su oportunidad para algo más que eso y, en cambio, ejercer un liderazgo sustantivo. De lo contrario, su turno para tomar el timón del G-20 podría asemejarse a la caótica presidencia checa de la UE en 2009, la cual confirmó la creencia de algunos de los miembros más grandes de la UE de que es un error dejar a los países pequeños llevar la dirección.
El desafío para Corea del Sur radica en la inevitable disyuntiva entre legitimidad y funcionalidad. El G-7 era lo suficientemente pequeño para asegurar su operación, pero era demasiado reducido para exigir legitimidad. Las Naciones Unidas son lo necesariamente grandes y ello les permite clamar legitimidad, pero su gran tamaño no les permite ser funcionales.
CAMBRIDGE – Corea del Sur tendrá una oportunidad histórica cuando presida la cumbre del G-20 en Seúl, el 11 y 12 de noviembre, porque será la primera vez que un país no miembro del G-7 será anfitrión del G-20 desde que éste sustituyera al G-7 como el comité directivo de la economía mundial. Sin embargo, existe el riesgo de que el G-20 ahora se vuelva demasiado difícil de manejar.
Corea del Sur ve, con razón, su papel de anfitrión como otra oportunidad para marcar su llegada a la escena mundial. Sin embargo, debe aprovechar su oportunidad para algo más que eso y, en cambio, ejercer un liderazgo sustantivo. De lo contrario, su turno para tomar el timón del G-20 podría asemejarse a la caótica presidencia checa de la UE en 2009, la cual confirmó la creencia de algunos de los miembros más grandes de la UE de que es un error dejar a los países pequeños llevar la dirección.
El desafío para Corea del Sur radica en la inevitable disyuntiva entre legitimidad y funcionalidad. El G-7 era lo suficientemente pequeño para asegurar su operación, pero era demasiado reducido para exigir legitimidad. Las Naciones Unidas son lo necesariamente grandes y ello les permite clamar legitimidad, pero su gran tamaño no les permite ser funcionales.