From semiconductors to electric vehicles, governments are identifying the strategic industries of the future and intervening to support them – abandoning decades of neoliberal orthodoxy in the process. Are industrial policies the key to tackling twenty-first-century economic challenges or a recipe for market distortions and lower efficiency?
NUEVA YORK – En todo el mundo aumenta el número de protestas por el alza de los precios de los alimentos y los combustibles. Los pobres, e incluso las clases medias, ven que sus presupuestos se hacen insuficientes a medida que la economía mundial se desacelera. Los políticos desean responder a las legítimas inquietudes de sus votantes, pero no saben qué hacer.
En los Estados Unidos, tanto Hillary Clinton como John McCain tomaron el camino fácil y apoyaron una suspensión del impuesto a la gasolina, al menos por el verano. Sólo Barack Obama se mantuvo firme y rechazó la propuesta, que no habría hecho más que aumentar la demanda de gasolina, lo cual contrarrestaría el recorte de impuestos.
Sin embargo, si Clinton y McCain estaban errados, ¿qué habría que hacer? Uno no puede sencillamente hacer oídos sordos a quienes sufren. En los Estados Unidos, los ingresos reales de la clase media todavía no se recuperan a los niveles que tenían antes de la última recesión, en 1991.
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