d26e5a0346f86f100fe1db01_pa2986c.jpg Paul Lachine

El pacto de no participación de Rusia

MOSCÚ - El gobierno ruso, sólidamente afianzado en el poder, ha salido invariablemente indemne de los malos resultados, la ineficiencia, la corrupción y la violación generalizada de los derechos políticos y las libertades civiles. Las encuestas demuestran consistentemente que el pueblo ruso no se engaña: la gente responde habitualmente en los sondeos que los funcionarios públicos son corruptos y egoístas. Más del 80% de los rusos, de acuerdo con una encuesta realizada el verano pasado, cree que "en la práctica, muchos funcionarios públicos violan la ley."

Y, sin embargo, el primer ministro Vladimir Putin, que sigue siendo la persona más poderosa de Rusia a pesar de no ejercer la presidencia, ha gozado por años de altos y constantes índices de aprobación. Una caída leve a principios de 2011 probablemente reflejó la frustración por la injusticia social y una creciente sensación de inseguridad e incertidumbre sobre el futuro. Aún así, aproximadamente el 70% de los encuestados en un sondeo realizado en febrero dijo aprobar el desempeño de Putin. La aprobación del presidente Dmitri Medvedev es sólo ligeramente inferior.

Sin embargo, las altas calificaciones de los líderes rusos no indican una preferencia racional por quienes detentan el poder en lugar de los potenciales contendores; puesto que se ha amputado la competencia política en Rusia, las posibilidades de comparar y elegir no están al alcance de la izquierda política. Más bien, las cifras de estas encuestas son un "voto" para el statu quo; transmiten una sensación general de que no se desea un cambio político, a pesar de los ataques terroristas, las catástrofes tecnológicas, la policía sin ley o las elecciones fraudulentas.

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