rostowski23_ YASUYOSHI CHIBAAFP via Getty Images_ukraine YASUYOSHI CHIBA/AFP via Getty Images

Hay que humillar a Rusia

VARSOVIA– Mientras las fuerzas rusas se repliegan en el este y el sur de Ucrania ante su contrataque maestro, algunos comentaristas occidentales sostienen que la guerra que inició el Kremlin en febrero no debe terminar con la «humillación» del presidente Vladímir Putin ni de Rusia. De hecho, debe ocurrir todo contrario: la consecuencia de la atroz agresión de Putin debe ser el riguroso escarmiento de Rusia en la escena mundial.

Más allá de la inmoralidad de este llamado unilateral a ofrecer a Putin una salida digna (no parece haber nadie que pida que no se humille a Ucrania en un posible acuerdo de paz), ¿se puede justificar ese argumento con la historia o la fría lógica de lidiar con una superpotencia nuclear (aunque solo haya demostrado serlo en esa única dimensión)?

Para responder a esa pregunta hay que comenzar con el hecho de que cualquier derrota en una guerra será siempre profundamente humillante para el lado perdedor, independientemente de que sea el agresor o la víctima. La guerra siempre implica humillaciones al menos para una de las partes... y a veces, para ambas. Quienes sostienen que no hay que humillar a Rusia suelen señalar primero lo que ocurrió después de la Primera Guerra Mundial. Según ellos, el tratado de Versalles impuso condiciones tan humillantes para Alemania que llevó al ascenso de Hitler una década más tarde y luego, a la Segunda Guerra Mundial.

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