Moscú y el Oriente Próximo

La influencia de Irán en el Oriente Próximo se está fortaleciendo no sólo por las oportunidades creadas por la frustración del poder estadounidense en Irak, sino gracias a la protección diplomática que ha estado recibiendo de China y, de manera más importante, de Rusia. Ahora que el Presidente Putin se encuentra de gira para intensificar la actividad diplomática rusa en Oriente Próximo, es un buen momento para evaluar la influencia de su país en la región.

Enarbolando la amenaza de su derecho a veto en el Consejo de Seguridad de la ONU, Rusia dedicó gran parte de los últimos dos años a desarticular el listado de acciones propuestas para sancionar a Irán por violar sus compromisos con la Agencia Internacional de Energía Atómica en torno a su programa nuclear. Como resultado, el Consejo de Seguridad ahora ha adoptado una serie de medidas tan poco resolutas que es improbable que surtan algún efecto sobre el comportamiento de Irán.

Rusia ve sus relaciones con Irán como una manera de potenciar su influencia diplomática en el Oriente Próximo ampliado, donde Estados Unidos ha tenido éxito en marginar al Kremlin desde el fin de la Guerra Fría. Su otro objetivo ha sido eximir de sanciones el reactor nuclear de Bushehr que está construyendo para Irán (cuya puesta en marcha está programada para este año) y proteger a este país contra las limitaciones financieras que la ONU pueda determinar en su contra y que podrían poner en peligro las utilidades que Rusia obtendría de proporcionar combustible nuclear para el reactor.

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