Michael Spence, a Nobel laureate in economics, is Professor of Economics Emeritus and a former dean of the Graduate School of Business at Stanford University. He is Senior Fellow at the Hoover Institution, Senior Advisor to General Atlantic, and Chairman of the firm’s Global Growth Institute. He serves on the Academic Committee at Luohan Academy, and chairs the Advisory Board of the Asia Global Institute. He was chairman of the independent Commission on Growth and Development, an international body that from 2006-10 analyzed opportunities for global economic growth, and is the author of The Next Convergence: The Future of Economic Growth in a Multispeed World (Macmillan Publishers, 2012).
MILÁN – La incapacidad de los gobiernos para actuar con decisión a fin de abordar el crecimiento, el empleo y los problemas distributivos de sus economías constituye un motivo muy importante de preocupación que ha surgido en casi todas partes. En los Estados Unidos en particular, la polarización política, el estancamiento en el Congreso y una frivolidad irresponsable han recibido mucha atención y muchos están preocupados por las consecuencias económicas.
Pero, como ha mostrado un análisis reciente, existe poca correlación entre los resultados económicos relativos de un país en varias dimensiones y el grado de “funcionalidad” de su gobierno. En realidad, en los seis años transcurridos desde que estalló la crisis financiera mundial, los Estados Unidos han obtenido resultados mejores que los demás países avanzados en cuanto a crecimiento, desempleo, productividad y costos laborales unitarios, pese a una elevadísima polarización política sin precedentes en el nivel nacional.
Naturalmente, no se debe generalizar demasiado. El desempleo es menor en Alemania, el Canadá y el Japón y la distribución de la renta en los Estados Unidos es más desigual que la de la mayoría de los países avanzados y va camino de serlo más. Aun así, desde el punto de vista de los relativos resultados económicos globales, está claro que los EE.UU. no están pagando un alto precio por su disfunción política.
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