J. Bradford DeLong, Professor of Economics at the University of California, Berkeley, is a research associate at the National Bureau of Economic Research and the author of Slouching Towards Utopia: An Economic History of the Twentieth Century (Basic Books, 2022). He was Deputy Assistant US Treasury Secretary during the Clinton Administration, where he was heavily involved in budget and trade negotiations. His role in designing the bailout of Mexico during the 1994 peso crisis placed him at the forefront of Latin America’s transformation into a region of open economies, and cemented his stature as a leading voice in economic-policy debates.
BERKELEY – En las dos décadas que van de 1979 a 1999, el empleo fabril en Estados Unidos registró un lento descenso que lo llevó de 19 millones a 17 millones. Pero en la década posterior (1999 a 2009), se derrumbó a 12 millones. Esa caída más drástica dio lugar a la idea de que con el cambio de siglo, la economía estadounidense de pronto dejó de funcionar (al menos, para los varones de clase obrera).
Pero sugerir que hasta 1999 todo andaba bien en la industria fabril es un error. En esas décadas anteriores también hubo destrucción de empleo fabril, sólo que lo que se perdió en una región o en un sector, en general se compensó (en cifras absolutas, no necesariamente como proporción de la fuerza laboral) en otra región o sector.
A modo de ejemplo, veamos la historia de mi abuelo, William Walcott Lord, que nació en Nueva Inglaterra a principios del siglo XX. En 1933, la fábrica de calzado (Lord Brothers Shoe Company) que tenía con sus dos hermanos en Brockton (estado de Massachusetts) estaba al borde de la quiebra, así que la trasladó a South París (estado de Maine), donde los salarios eran menores.
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