WASHINGTON, DC – Las barreras contra el progreso económico en América Latina y el Caribe (ALC) son bien conocidas y son inmensas. La desigualdad es alta, abunda la evasión fiscal y los sistemas educativos son inadecuados. Cunden la pobreza y la extrema pobreza, sobre todo después de la pandemia. Y los subsidios públicos que podrían ayudar a las personas más vulnerables no están bien orientados, lo que les resta eficacia.
Para superar estas barreras es necesario construir instituciones estables e infraestructuras de primer nivel, una proeza difícil que demandará tiempo, inversión y voluntad. Pero hay una ruta relativamente fácil al progreso: la digitalización de los servicios públicos.
Hoy, casi tres cuartas partes de la población latinoamericana usan Internet. El uso del teléfono móvil en la región está extendido, y más de dos tercios de los latinoamericanos están conectados a una red móvil. Hay desigualdad en el acceso, ya que en el caso de las familias rurales y de bajos ingresos es menor respecto de las familias urbanas y de altos ingresos, pero los gobiernos están haciendo grandes esfuerzos para eliminar esta disparidad, sobre todo desde que la pandemia resaltó el hecho de que Internet es un servicio esencial.
WASHINGTON, DC – Las barreras contra el progreso económico en América Latina y el Caribe (ALC) son bien conocidas y son inmensas. La desigualdad es alta, abunda la evasión fiscal y los sistemas educativos son inadecuados. Cunden la pobreza y la extrema pobreza, sobre todo después de la pandemia. Y los subsidios públicos que podrían ayudar a las personas más vulnerables no están bien orientados, lo que les resta eficacia.
Para superar estas barreras es necesario construir instituciones estables e infraestructuras de primer nivel, una proeza difícil que demandará tiempo, inversión y voluntad. Pero hay una ruta relativamente fácil al progreso: la digitalización de los servicios públicos.
Hoy, casi tres cuartas partes de la población latinoamericana usan Internet. El uso del teléfono móvil en la región está extendido, y más de dos tercios de los latinoamericanos están conectados a una red móvil. Hay desigualdad en el acceso, ya que en el caso de las familias rurales y de bajos ingresos es menor respecto de las familias urbanas y de altos ingresos, pero los gobiernos están haciendo grandes esfuerzos para eliminar esta disparidad, sobre todo desde que la pandemia resaltó el hecho de que Internet es un servicio esencial.