SANTIAGO – En un influyente ensayo de 1997, Fareed Zakaria acuñó el término «democracia iliberal» para describir a los países que celebran elecciones (de imparcialidad variable) para elegir a sus líderes, pero restringen las libertades civiles y políticas. En esa época éstas eran prácticas especialmente comunes en Asia y África, con una concentración importante de democracias iliberales en los países de la ex Unión Soviética.
Zakaria describió la democracia iliberal como una «industria en crecimiento» y estaba en lo cierto: en los últimos 15 años ha desembarcado con pleno vigor en América Latina.
Esto puede resultar sorprendente, porque la mayoría de los países al sur del Río Bravo –Río Grande para los estadounidenses– pasaron de dictaduras de derecha a democracias en las décadas de 1980 y 1990. Algunas de esas democracias eran inicialmente imperfectas, por cierto, pero los optimistas esperaban que se era cuestión de tiempo hasta que todas las elecciones llegaran a ser justas y desaparecieran completamente las restricciones a las libertades civiles.
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Since the 1990s, Western companies have invested a fortune in the Chinese economy, and tens of thousands of Chinese students have studied in US and European universities or worked in Western companies. None of this made China more democratic, and now it is heading toward an economic showdown with the US.
argue that the strategy of economic engagement has failed to mitigate the Chinese regime’s behavior.
While Chicago School orthodoxy says that humans can’t beat markets, behavioral economists insist that it’s humans who make markets, which means that humans can strive to improve their functioning. Which claim you believe has important implications for both economic theory and financial regulation.
uses Nobel laureate Robert J. Shiller’s work to buttress the case for a behavioral approach to economics.
SANTIAGO – En un influyente ensayo de 1997, Fareed Zakaria acuñó el término «democracia iliberal» para describir a los países que celebran elecciones (de imparcialidad variable) para elegir a sus líderes, pero restringen las libertades civiles y políticas. En esa época éstas eran prácticas especialmente comunes en Asia y África, con una concentración importante de democracias iliberales en los países de la ex Unión Soviética.
Zakaria describió la democracia iliberal como una «industria en crecimiento» y estaba en lo cierto: en los últimos 15 años ha desembarcado con pleno vigor en América Latina.
Esto puede resultar sorprendente, porque la mayoría de los países al sur del Río Bravo –Río Grande para los estadounidenses– pasaron de dictaduras de derecha a democracias en las décadas de 1980 y 1990. Algunas de esas democracias eran inicialmente imperfectas, por cierto, pero los optimistas esperaban que se era cuestión de tiempo hasta que todas las elecciones llegaran a ser justas y desaparecieran completamente las restricciones a las libertades civiles.
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