En Europa, divisiones viejas y nuevas

LJUBLJANA: Las visiones de una UE federativa se multiplican, desde la de Joschka Fisher hasta la de Jacques Chirac. Para los eslovenos, estas ideas son un recordatorio preocupante del esquema federativo yugoslavo. La federación yugoslava fracasó porque solo pudo mantener unidas tantas diferencias a través de medios no democráticos e, incluso, autoritarios. ¿Deben ahora los eslovenos, que lograron evitar lo peor de la sangrienta disolución de Yugoslavia, lanzarse a una nueva aventura federal, por muy Europea que sea?

La elección, por supuesto, no corresponde exclusivamente a Eslovenia y, en cualquier caso, está sujeta a otras consideraciones. Hace diez años, después de la caída del muro de Berlín y de la reunificación alemana, las democracias del continente afirmaron que querían reparar las injusticias históricas derivadas de la división europea, cuando los países de Europa central y del este se convirtieron en una especie de botín de guerra para la Unión Soviética. Sin embargo, ahora, como casi cualquiera que se encuentre al este de la vieja Cortina de Acero puede atestiguar, la ampliación avanza a un ritmo muy lento.

Los países candidatos deben armonizar sus sistemas políticos y económicos con el llamado acquis communautaire; los miembros existentes quieren asegurar su capacidad de absorber la ampliación a través de la revisión de las estructuras de la UE. Con frecuencia se escucha que el número actual de miembros ya dificulta el trabajo de la Unión. Por ello, es virtualmente imposible imaginar que la ampliación a 27 miembros no vaya a poner en riesgo el sistema.

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