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El financiamiento pandémico que necesitan los países en desarrollo

CHICAGO – La preparación para pandemias figuraba en la agenda de las reuniones de primavera de la semana pasada del Banco Mundial y del Fondo Monetario Internacional, llevadas a cabo en Washington, poco más de cuatro años después de que la Organización Mundial de la Salud declarara al COVID-19 una pandemia global. Murieron millones de personas y se gastaron miles de millones de dólares en el período transcurrido desde entonces, pero hay algunas lecciones importantes de la pandemia que todavía no se han aprendido.

Un claro ejemplo es que los países de bajos y medianos ingresos (LMIC por su sigla en inglés) siguen sin poder invertir en contramedidas médicas antes de que éstas sean aprobadas. Estados Unidos y el Reino Unido emplearon esta estrategia “a riesgo” con gran efecto durante la crisis del COVID-19. Los LMIC necesitan la misma oportunidad.

Cuando estalla una pandemia, los gobiernos deben actuar con celeridad e invertir fuertemente en soluciones tecnológicas que quizá todavía no están probadas. Expandir la producción de vacunas cuando los ensayos médicos estaban en curso, en lugar de esperar una aprobación regulatoria, resultó fundamental durante la pandemia del COVID-19. Estados Unidos y el Reino Unido, en particular, hicieron inversiones tempranas y sustanciales en el desarrollo y la producción de vacunas, asegurando dosis a riesgo. A cambio de cargar con gran parte del riesgo de un fracaso tecnológico, estos países fueron los primeros en línea cuando se determinó que las vacunas eran efectivas -un beneficio para sus propios ciudadanos-. Pero estas inversiones también ayudaron a otros países al acelerar el desarrollo y la producción de vacunas. 

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