US President-elect Joe Biden may have promised a “return to normalcy,” but the truth is that there is no going back. The world is changing in fundamental ways, and the actions the world takes in the next few years will be critical to lay the groundwork for a sustainable, secure, and prosperous future.
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CAMBRIDGE – Los próximos meses nos dirán mucho respecto de la forma de la futura recuperación global. Pese a la ebullición de las bolsas, subsiste una incertidumbre generalizada en torno de la COVID‑19. De modo que cualquiera sea el curso de la pandemia, es probable que lo hecho hasta ahora en la lucha contra el virus siga afectando el crecimiento, el empleo y la política por mucho tiempo.
Comencemos por (tal vez) la mejor parte. En un escenario optimista, de aquí a fin de año se habrán aprobado al menos dos vacunas de primera generación contra la COVID‑19; y gracias a un extraordinario apoyo regulatorio y financiero de los gobiernos, entran en fase de producción incluso antes de que terminen los ensayos clínicos con sujetos humanos. Dando por sentada su eficacia, las firmas biotecnológicas tendrán unos 200 millones de dosis listas a fines de 2020, e irán camino de producir miles de millones más. Pero la distribución será una vasta empresa, en parte porque habrá que convencer a la población de que una vacuna surgida de un desarrollo acelerado es segura.
Con suerte, los ciudadanos de los países ricos que quieran vacunarse habrán podido hacerlo antes de que termine 2021 (momento en el cual ya casi todos habrán sido vacunados en China). Un par de años después la vacuna habrá llegado al grueso de la población mundial, incluidas las economías emergentes y en desarrollo.
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