BEIJING – el "rostro" de China puede ser su talón de Aquiles. Mientras goza de su nuevo estatus de superpotencia económica -el dragón que está dejando atrás a los tigres de Asia, así como a las mulas de Occidente-, se equivoca al restar importancia a sus propias y serias debilidades estructurales.
A las autoridades comunistas les cuesta mencionar, por no hablar de poner claramente sobre el tapete, los problemas del país. La preocupación oficial de obtener respeto y no perder reputación los hace centrarse casi exclusivamente en los logros de China. Se trata de una estrategia que puede resultar contraproducente, ya que equivoca su aproximación a la dinámica de la política internacional.
Enfatizar el meteórico ascenso de China significa menos comprensión en el resto del mundo acerca de la necesidad de sostener el rápido desarrollo económico de sus 1,3 mil millones de habitantes. El gobierno sabe que, en términos políticos, tiene agarrada la cola del tigre, pero se niega a reconocerlo ya sea en China o en el exterior.
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Since the 1990s, Western companies have invested a fortune in the Chinese economy, and tens of thousands of Chinese students have studied in US and European universities or worked in Western companies. None of this made China more democratic, and now it is heading toward an economic showdown with the US.
argue that the strategy of economic engagement has failed to mitigate the Chinese regime’s behavior.
While Chicago School orthodoxy says that humans can’t beat markets, behavioral economists insist that it’s humans who make markets, which means that humans can strive to improve their functioning. Which claim you believe has important implications for both economic theory and financial regulation.
uses Nobel laureate Robert J. Shiller’s work to buttress the case for a behavioral approach to economics.
BEIJING – el "rostro" de China puede ser su talón de Aquiles. Mientras goza de su nuevo estatus de superpotencia económica -el dragón que está dejando atrás a los tigres de Asia, así como a las mulas de Occidente-, se equivoca al restar importancia a sus propias y serias debilidades estructurales.
A las autoridades comunistas les cuesta mencionar, por no hablar de poner claramente sobre el tapete, los problemas del país. La preocupación oficial de obtener respeto y no perder reputación los hace centrarse casi exclusivamente en los logros de China. Se trata de una estrategia que puede resultar contraproducente, ya que equivoca su aproximación a la dinámica de la política internacional.
Enfatizar el meteórico ascenso de China significa menos comprensión en el resto del mundo acerca de la necesidad de sostener el rápido desarrollo económico de sus 1,3 mil millones de habitantes. El gobierno sabe que, en términos políticos, tiene agarrada la cola del tigre, pero se niega a reconocerlo ya sea en China o en el exterior.
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