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CAMBRIDGE – En el transcurso de los últimos 15 años, China ha impulsado uno de los incrementos en préstamos oficiales más impresionantes y de mayor alcance geográfico en tiempos de paz de toda la historia. Más de cien países, predominantemente países de bajos ingresos, han tomado préstamos de China para financiar proyectos de infraestructura, ampliar su capacidad productiva en el sector de minería u otros sectores de productos básicos o para apoyar el gasto gubernamental, de manera general.
Sin embargo, el tamaño de esta ola de préstamos no es la característica más distintiva de dicho incremento en préstamos oficiales. Lo que es verdaderamente notable es el poco conocimiento que tiene al respecto cualquier persona que sea ajena al grupo de actores inmediatos – formado por aquellos que otorgan prestamos: el gobierno chino y las agencias de desarrollo; y, por quienes toman préstamos: los gobiernos y las empresas estatales. Se puede encontrar algo de información sobre el tamaño y el calendario de los préstamos concedidos por la China en la prensa financiera y en una variedad de fuentes privadas y académicas; no obstante, la información sobre los términos y condiciones de dichos préstamos es escasa, y hasta se puede decir prácticamente inexistente.
Hace tres años, cuando escribía sobre los países que sostienen “deudas ocultas” con China y centraba mi atención en los prestatarios más grandes de América Latina (Venezuela y Ecuador), observé con preocupación que las fuentes de datos estándar no capturan la marcada expansión de las transacciones financieras que realiza China con el resto del mundo en desarrollo. La situación no ha cambiado mucho desde aquel entonces. Si bien el 2016 China se unió a las filas de los países que reportan al Banco de Pagos Internacionales (BPI), los préstamos de los bancos de desarrollo de China no se desglosan por contraparte en los datos del BPI. Los préstamos otorgados por China que obtienen los mercados emergentes rara vez se presentan en forma de valores emitidos en los mercados internacionales de capital, razón por la que tampoco aparecen en las bases de datos del Banco Mundial y de otros países.
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