PARÍS – En menos de un mes, los votantes brasileños elegirán a su próximo presidente. Podría pensarse que el impopular gobernante en ejercicio, el ultraderechista Jair Bolsonaro, no tiene la menor chance. Pero aún conserva el apoyo de algunas fuerzas muy poderosas, y sigue planteando una grave amenaza a la democracia brasileña.
Desde su llegada al poder en 2019, Bolsonaro se puso la aparente misión de desmantelar las instituciones democráticas de Brasil. Una de las primeras cosas que hizo tras asumir fue privar de poderes básicos a la FUNAI, el organismo federal brasileño encargado de los asuntos indígenas. Luego designó al frente del organismo a Marcelo Xavier da Silva (un oficial de policía vinculado con la agroindustria), dando así vía libre a la eliminación de protecciones a las tierras indígenas. En tanto, el Ibama (principal agencia del país para el medioambiente) ha sufrido recortes presupuestarios, interferencia política y un debilitamiento de las regulaciones. Además, Bolsonaro (un excapitán del ejército) alentó la politización de las fuerzas armadas y de la policía militar regional.
Si consigue otro mandato, estas tendencias se agravarán. No hay que olvidar que los autócratas electos tienden a intensificar sus intentos de destruir la democracia después de la segunda victoria electoral. Hay que preguntarse entonces, ¿qué probabilidades tiene Bolsonaro de volver a ganar?
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The Russian state’s ideological madness and reversion to warlordism have been abetted by a religious fundamentalism that openly celebrates death in the name of achieving a god-like status. As Vladimir Putin’s propagandists are telling Russians, “Life is overrated.”
traces the religious and intellectual roots of the Kremlin’s increasingly morbid war propaganda.
It is hard to reconcile the jubilant mood of many business leaders with the uncertainty caused by the war in Ukraine. While there are some positive signs of economic recovery, a sudden escalation could severely destabilize the global economy, cause a stock market crash, and accelerate deglobalization.
warns that the Ukraine war and economic fragmentation are still jeopardizing world growth prospects.
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PARÍS – En menos de un mes, los votantes brasileños elegirán a su próximo presidente. Podría pensarse que el impopular gobernante en ejercicio, el ultraderechista Jair Bolsonaro, no tiene la menor chance. Pero aún conserva el apoyo de algunas fuerzas muy poderosas, y sigue planteando una grave amenaza a la democracia brasileña.
Desde su llegada al poder en 2019, Bolsonaro se puso la aparente misión de desmantelar las instituciones democráticas de Brasil. Una de las primeras cosas que hizo tras asumir fue privar de poderes básicos a la FUNAI, el organismo federal brasileño encargado de los asuntos indígenas. Luego designó al frente del organismo a Marcelo Xavier da Silva (un oficial de policía vinculado con la agroindustria), dando así vía libre a la eliminación de protecciones a las tierras indígenas. En tanto, el Ibama (principal agencia del país para el medioambiente) ha sufrido recortes presupuestarios, interferencia política y un debilitamiento de las regulaciones. Además, Bolsonaro (un excapitán del ejército) alentó la politización de las fuerzas armadas y de la policía militar regional.
Si consigue otro mandato, estas tendencias se agravarán. No hay que olvidar que los autócratas electos tienden a intensificar sus intentos de destruir la democracia después de la segunda victoria electoral. Hay que preguntarse entonces, ¿qué probabilidades tiene Bolsonaro de volver a ganar?
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