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¿Cuándo tendremos en casa una Navidad en paz?

BELÉN – Como alcaldesa de la ciudad palestina de Belén tengo el privilegio de encender el árbol de Navidad en la Plaza del Pesebre y asistir a la misa de medianoche, o de vigilia, en una de las iglesias más antiguas del mundo, construida en el siglo IV por la emperatriz bizantina Helena, pero mi tarea más importante es la de dar fe y aliento a la gente. Cuando encendí el árbol de Navidad el 3 de diciembre, expresé mi esperanza de que la luz irradie al mundo nuestro deseo de paz, y oramos juntos para que se cumpla la promesa de la Navidad, de unir a la gente.

Para los palestinos que viven en territorios ocupados, la unión tiene un doble significado. Puede implicar el tiempo que compartimos con amigos y parientes, pero como alcaldesa de la ciudad donde comenzó el cristianismo hace 2000 años, debo pensar en la familia palestina en términos más amplios.

Que hayamos vivido durante décadas en situación de ocupación implica que no podemos disfrutar esa sensación de unión que todos desean durante sus festejos más importantes, especialmente los religiosos. Nuestra gente en Gaza no puede visitar libremente Belén, y es difícil para nuestros hermanos en Jordania y otros países conseguir visas de las potencias invasoras, que aplican restricciones exageradas al ingreso (algo, por otra parte, completamente imposible para los ciudadanos de otros países de Oriente Medio, como Líbano y Siria, que no tienen acuerdos de paz con Israel).

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