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Lecciones del triunfo argentino en el Mundial

BUENOS AIRES – Mucho se ha escrito, y mucho más se ha hablado, sobre el impresionante triunfo de Argentina en la Copa Mundial de fútbol de este año. Gran parte de la cobertura mediática, por supuesto, ha girado en torno de las tácticas y del desempeño del equipo argentino, de las celebraciones alocadas que se produjeron después del primer título mundial del país desde 1986 y del potencial impacto político, considerando que la victoria del equipo tuvo lugar en un año electoral. Pero un interrogante más interesante es qué nos puede decir este logro deportivo de la inestabilidad económica de la Argentina en los últimos cincuenta años.

El desempeño económico de la Argentina se destaca en un marcado contraste con su excelencia en la cancha de fútbol. Por un lado, la Argentina por lo general es considerada como una oportunidad económica perdida, que se tambaleó de una crisis en otra durante décadas y que desaprovechó activos valiosos que podrían haber dado lugar a un país muy próspero. Por otro lado, el país tiene un largo historial de alimentar y retener talento de alto nivel.

El deporte es un ejemplo. Mientras que la selección nacional de fútbol y su remarcable capitán, Lionel Messi, ya son leyenda luego del triunfo en la Copa del Mundo, su éxito está muy lejos de ser una anomalía. Estuvo precedido por cinco apariciones previas en la final de la Copa del Mundo y por un título histórico de la mano de Diego Maradona en 1986. Pero las capacidades de los argentinos van mucho más allá del deporte; en el país también nacieron gigantes literarios como Jorge Luis Borges, luminarias musicales como Daniel Barenboim y pioneros médicos como René Favaloro.

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