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La necesidad de nivelar el terreno para África

NUEVA YORK – África prácticamente no tiene ninguna responsabilidad por las emisiones de efecto invernadero que están generando la crisis climática, ni por los conflictos o las interrupciones de la cadena de suministro que han impulsado la inflación global. Tampoco originó la propagación del COVID-19, ni provocó la crisis económica postpandemia. Y, sin embargo, es probable que los efectos de largo plazo de estas tres crisis se sientan de forma más aguda en África más que en ningún otro lugar.

El Fondo Monetario Internacional ha estimado que las necesidades financieras adicionales del continente africano resultantes de la pandemia serán de $285 mil millones a lo largo del periodo de 4 años que termina en 2025. Pero es probable que sus necesidades reales sean mucho mayores, dada la inflación, la presión de las tasas de cambio y los inmanejables niveles de deuda que socavan el ya limitado espacio de maniobra de los gobiernos para hacer las inversiones necesarias de corto y largo plazo.

A pesar de la notable resiliencia que ha mostrado el continente, el débil crecimiento económico está agravando el desafío. Por primera vez en 25 años, el África subsahariana estuvo en recesión en 2020. Y, de acuerdo con el Banco Africano de Desarrollo (BAfD), la tasa de crecimiento anual de la región bajó desde un 4,5% en 2021 a un 3,5% en 2022. Se espera que sea de apenas un 3,8% este año.

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