WASHINGTON, D. C. – Hace algo más de cien años, los Estados Unidos estaban a la cabeza del mundo en relación con la necesidad de replantear el funcionamiento de las grandes empresas y de decidir cuándo se debía limitar su poder. Retrospectivamente, la legislación que constituyó un gran avance al respecto –y no sólo para los Estados Unidos, sino internacionalmente– fue la Ley Sherman Antimonopolio de 1890.
El proyecto de ley Dodd-Frank de reforma financiera, que está a punto de aprobar el Senado de los EE.UU., hace algo similar –y que hacía falta desde hacía mucho– para la banca.
Antes de 1890, estaba generalizada la opinión de que las grandes empresas eran más eficientes y en general más modernas que las pequeñas. La mayoría de las personas veían la consolidación de las empresas pequeñas en un número menor de empresas mayores como un desarrollo estabilizador que recompensaba el éxito y permitía una mayor inversión productiva. Al final, la creación de los Estados Unidos como una potencia económica importante fue posible gracias a fundiciones de acero gigantescas, sistemas ferroviarios integrados y la movilización de enormes reservas energéticas mediante empresas como la Standard Oil.
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Richard Haass
explains what caused the Ukraine war, urges the West to scrutinize its economic dependence on China, proposes ways to reverse the dangerous deterioration of democracy in America, and more.
If the US Federal Reserve raises its policy interest rate by as much as is necessary to rein in inflation, it will most likely further depress the market value of the long-duration securities parked on many banks' balance sheets. So be it.
thinks central banks can achieve both, despite the occurrence of a liquidity crisis amid high inflation.
The half-century since the official demise of the Bretton Woods system of fixed exchange rates has shown the benefits of what replaced it. While some may feel nostalgic for the postwar monetary system, its collapse was inevitable, and what looked like failure has given rise to a remarkably resilient regime.
explains why the shift toward exchange-rate flexibility after 1973 was not a policy failure, as many believed.
WASHINGTON, D. C. – Hace algo más de cien años, los Estados Unidos estaban a la cabeza del mundo en relación con la necesidad de replantear el funcionamiento de las grandes empresas y de decidir cuándo se debía limitar su poder. Retrospectivamente, la legislación que constituyó un gran avance al respecto –y no sólo para los Estados Unidos, sino internacionalmente– fue la Ley Sherman Antimonopolio de 1890.
El proyecto de ley Dodd-Frank de reforma financiera, que está a punto de aprobar el Senado de los EE.UU., hace algo similar –y que hacía falta desde hacía mucho– para la banca.
Antes de 1890, estaba generalizada la opinión de que las grandes empresas eran más eficientes y en general más modernas que las pequeñas. La mayoría de las personas veían la consolidación de las empresas pequeñas en un número menor de empresas mayores como un desarrollo estabilizador que recompensaba el éxito y permitía una mayor inversión productiva. Al final, la creación de los Estados Unidos como una potencia económica importante fue posible gracias a fundiciones de acero gigantescas, sistemas ferroviarios integrados y la movilización de enormes reservas energéticas mediante empresas como la Standard Oil.
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