Quien visita Estados Unidos, con frecuencia se sorprende ante los signos de obesidad que aparecen en todas partes. De hecho, en Europa el viejo estereotipo del ”turista americano feo” está cediendo su lugar a la caricatura del ”americano gordo”.
El porcentaje de adultos estadunidenses con obesidad creció del 12% en 1991 al 18% en 1998. Otra gran parte de la población de Estados Unidos también está por arriba de un peso sano, pero por debajo de la definición formal de obesidad. De hecho, la mitad de los estadunidenses o tienen sobrepeso o son obesos según las definiciones de la Organización Mundial de la Salud (ver recuadro). La tasa de obesidad en niños también está aumentando con rapidez.
Esta epidemia de obesidad es global e incluye a muchos países en desarrollo y de Europa oriental. Por ejemplo, las tasas de gente con sobrepeso u obesidad en México, Kuwait y partes de Sudáfrica son similares o exceden a las de Estados Unidos. En Rusia, según encuestas, del 30 al 35% de las mujeres y del 10 al 15% de los hombres son obesos; en la ex Alemania oriental, las tasas son de entre el 20 y 30% para las mujeres y entre el 15 y el 20% para los hombres.
Más aún, conforme la obesidad se extendió, también se transformó. La obesidad ya no es un lujo de los ricos; es, más bien, una aflicción de los pobres. En efecto, en los países ricos, la obesidad es actualmente de dos a tres veces más probable entre la gente con menores logros educativos.
Las consecuencias para la salud y los costos que representa el tratamiento de las complicaciones que se derivan de la obesidad y del exceso de peso son enormes. En Estados Unidos, el exceso de grasa corporal es responsable de aproximadamente el 90% de los casos de diabetes que se inician en la edad adulta, una tercera parte de los ataques cardiacos, contribuye a varios tipos de cáncer, artritis, cataratas y reduce la calidad de vida en general. Sorprendentemente, la clase de diabetes que antes sólo aparecía en los adultos ahora es común entre adolescentes.
Aunque los factores genéticos influyen sobre la disposición a la obesidad, no pueden explicar un incremento tan grande en un periodo tan corto. Fundamentalmente, el aumento de peso se da cuando la actividad física disminuye o cuando la ingesta total de calorías crece. Una epidemia de obesidad no debería resultar sorprendente, ya que muchos aspectos de la vida contemporánea la promueven.
La disponibilidad de transporte y las ocupaciones sedentarias redujeron dramáticamente la actividad física en todo el mundo. Ochenta por ciento de la población mundial tiene hoy en día acceso a alimentación suficiente. Un gran logro, pero el consumo de incluso una pequeña cantidad de alimentos por encima de lo necesario llevará a la obesidad en unos cuantos años. Dado que las oportunidades para comer se presentan en todas partes –tiendas de comida rápida, alimentos precocinados—las debilidades humanas se ven explotadas en su totalidad.
¿Qué se debe hacer? Primero debemos reconocer que la obesidad no aparece por comer grasas. Actualmente la gente come menos grasa y es más obesa que nunca. De hecho, ciertas pruebas médicas demuestran que la grasa y los carbohidratos tienen efectos similares sobre la grasa corporal. Así, las dietas de moda, sin grasa y con alto contenido de carbohidratos, están destinadas al fracaso. Los pobres en las zonas urbanas de los países en desarrollo demuestran que las altas tasas de obesidad suceden cuando se combina una actividad física limitada con dietas sencillas basadas en féculas.
¿Cómo se puede controlar la obesidad? Aunque muchos sueñan con una píldora para acabar con el problema, todavía no existe un fármaco seguro y eficaz. Por ello, en lugar de estar buscando la solución mágica, debemos reconocer que la obesidad es producto del cambio social: urbanización, vidas sedentarias y el consumo de alimentos altos en calorías producidos masivamente.
En principio, si cada individuo hiciera ejercicio con regularidad y tuviera cuidado con su ingesta de calorías, la obesidad sería rara. Sin embargo, dado que los bajos niveles de actividad física y el consumo exagerado son parte de nuestros estilos de vida, los individuos que actúan de manera aislada pueden encontrarse con muchos obstáculos. Una estrategia eficaz para luchar contra la epidemia de obesidad requerirá iniciativas tanto individuales como institucionales:
· Los nutriólogos deben dar mejor información sobre la dieta y hacerla accesible a todos;
· Los encargados de la atención a la salud pueden hacer más para advertir a los pacientes sobre la importancia de minimizar el aumento de peso en la edad adulta;
· Las escuelas y las empresas pueden exigir actividades físicas diarias, ofrecer alimentación sana e integrar la educación sobre la salud en sus rutinas;
· Los padres pueden limitar el tiempo frente al televisor, no comprar refrescos, expresar cariño sin dulces altos en calorías y poner el ejemplo con su propia dieta;
· Los gobiernos pueden crear condiciones para caminatas seguras, transporte en bicicleta y esparcimiento.
Aunque estamos dispuestos a gastar cantidades enormes de dinero para tratar las enfermedades y complicaciones de salud que surgen cuando hay tanta gente con sobrepeso, nos mostramos renuentes a invertir aunque sea modestamente en estrategias que pueden prevenir el problema. Esto debe cambiar si se desea controlar la epidemia de obesidad.
Las estrategias de prevención son particularmente importantes en los países pobres. Los demógrafos de las Naciones Unidas predicen que en los próximos 30 años se sumarán dos mil millones de habitantes a la población mundial. La gran mayoría estará en las áreas urbanas pobres de los países en desarrollo, que son los lugares donde se están registrando algunos de los mayores aumentos en obesidad y donde la dotación de cuidados médicos caros es difícil. Lamentablemente, estas ciudades se están expandiendo sin incluir instalaciones seguras para el esparcimiento. Esas instalaciones no son caras de hacer cuando se están construyendo las calles, pero son muy costosas si se quieren crear después. Deberían ser elementos obligatorios de toda planeación urbana.
¿Puede funcionar la prevención? Muchos individuos, después de aprender a hacer ejercicio y evitar una ingesta excesiva de calorías, están controlando su peso. El paso de la carga de la obesidad de los ricos a los pobres en muchos países occidentales demuestra que el conocimiento y la capacidad de actuar con base en él son importantes. También tenemos ejemplos de países enteros –Holanda y algunos países escandinavos—donde el ejercicio se promueve mediante la inclusión de las bicicletas y los peatones dentro del diseño urbano. La epidemia de obesidad se puede controlar, pero se requiere el esfuerzo de todos.
RECUADRO
¿Qué es la obesidad?
La
obesidad
es exceso de grasa corporal, pero eso es difícil de medir directamente. Por ello, lo que se usa comúnmente para definir la obesidad es el índice de masa corporal (IMC). El IMC se calcula como el peso (en kgs) dividido entre el cuadrado de la estatura (en metros). La Organización Mundial de la Salud ha definido a la obesidad como un IMC de 30 o superior.
El
sobrepeso
se define como un IMC de 25 a 29.9. Aunque los riesgos a la salud por sobrepeso, incluyendo la diabetes, las enfermedades cardiacas y algunos tipos de cáncer, son menores que por obesidad, siguen siendo considerables.