Conforme la Unión Europea se prepara para darle la bienvenida a un total de hasta doce nuevos miembros, se acalora el debate entre los países candidatos líderes acerca de si la adopción rápida del euro promoverá o impedirá un crecimiento rápido que permita a esos países alcanzar a los actuales miembros de la Unión. Pero expandir la unión monetaria le plantea dos interrogantes igualmente fundamentales a los presentes miembros del euro: ¿Brindará la independencia política formal del Banco Central Europeo (BCE) juicios verdaderamente independientes en relación a las políticas? Si no, ¿agravará la expansión el problema porque las predisposiciones de los miembros del BCE se volverán todavía más divergentes de lo que son ahora?
Conforme la Unión Europea se prepara para darle la bienvenida a un total de hasta doce nuevos miembros, se acalora el debate entre los países candidatos líderes acerca de si la adopción rápida del euro promoverá o impedirá un crecimiento rápido que permita a esos países alcanzar a los actuales miembros de la Unión. Pero expandir la unión monetaria le plantea dos interrogantes igualmente fundamentales a los presentes miembros del euro: ¿Brindará la independencia política formal del Banco Central Europeo (BCE) juicios verdaderamente independientes en relación a las políticas? Si no, ¿agravará la expansión el problema porque las predisposiciones de los miembros del BCE se volverán todavía más divergentes de lo que son ahora?