HONG KONG – Después de un incendio que se cobró varias víctimas en un edificio residencial en la región china de Xinjiang (hecho por el que muchos culpan a las cuarentenas por la COVID‑19), manifestantes han salido a las calles chinas para exigir un final a las estrictas restricciones. Ya antes del estallido de las protestas, hubo señales de que el gobierno del presidente Xi Jinping se preparaba para revertir la costosa política de COVID cero, aunque el cronograma exacto sigue siendo incierto. Pero el proceso será más complicado de lo que muchos piensan.
La salida de la COVID cero conlleva claros riesgos de salud pública que hay que manejar, sobre todo en vista de las bajas tasas de vacunación entre la población anciana. Pero hay otro factor menos apreciado: las dificultades operativas del proceso.
Como aprendió China de la penosa experiencia de Hong Kong, una ola de contagios en un área densamente poblada puede crear un incremento repentino de la demanda de recursos médicos y paralizar el sistema de salud pública. Si el gobierno no encuentra un modo rápido de satisfacer esa demanda, se puede disparar la cifra de muertes, sobre todo entre los ancianos.
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Since 1960, only a few countries in Latin America have narrowed the gap between their per capita income and that of the United States, while most of the region has lagged far behind. Making up for lost ground will require a coordinated effort, involving both technocratic tinkering and bold political leadership.
explain what it will take finally to achieve economic convergence with advanced economies.
Between now and the end of this decade, climate-related investments need to increase by orders of magnitude to keep the world on track toward achieving even more ambitious targets by mid-century. Fortunately, if done right, such investments could usher in an entirely new and better economy.
explains what it will take to mobilize capital for the net-zero transition worldwide.
HONG KONG – Después de un incendio que se cobró varias víctimas en un edificio residencial en la región china de Xinjiang (hecho por el que muchos culpan a las cuarentenas por la COVID‑19), manifestantes han salido a las calles chinas para exigir un final a las estrictas restricciones. Ya antes del estallido de las protestas, hubo señales de que el gobierno del presidente Xi Jinping se preparaba para revertir la costosa política de COVID cero, aunque el cronograma exacto sigue siendo incierto. Pero el proceso será más complicado de lo que muchos piensan.
La salida de la COVID cero conlleva claros riesgos de salud pública que hay que manejar, sobre todo en vista de las bajas tasas de vacunación entre la población anciana. Pero hay otro factor menos apreciado: las dificultades operativas del proceso.
Como aprendió China de la penosa experiencia de Hong Kong, una ola de contagios en un área densamente poblada puede crear un incremento repentino de la demanda de recursos médicos y paralizar el sistema de salud pública. Si el gobierno no encuentra un modo rápido de satisfacer esa demanda, se puede disparar la cifra de muertes, sobre todo entre los ancianos.
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