

Though Polish voters in October ousted their right-wing populist government, recent elections in Slovakia and the Netherlands show that populism remains as malign and potent a political force as ever in Europe. But these outcomes also hold important lessons for the United States, where the specter of Donald Trump’s return to the White House haunts the runup to the 2024 presidential election.
BERLÍN – Los casi ocho meses de mandato del presidente estadounidense Donald Trump se han caracterizado por una serie de acontecimientos políticos preocupantes. Pero la culpa no es toda de Trump. Su presidencia es sólo el último acto de una larga tragedia política.
En el plano exterior, el problema comenzó en los noventa, cuando Estados Unidos dilapidó el dividendo de paz del fin de la Guerra Fría. En cuanto al ámbito interior, los fallos comenzaron incluso antes: desde la Reaganomics en los ochenta hasta el Obamacare en la segunda década de este siglo, grandes programas políticos prometieron mucho y cumplieron poco, mientras dejaban sin resolver los problemas subyacentes.
Es verdad que a los políticos estadounidenses no suele faltarles grandilocuencia; basta pensar en la campaña de anuncios televisivos de “las mañanas estadounidenses” que proclamaban un país “más orgulloso, fuerte y mejor” en tiempos de Ronald Reagan, el “sí, podemos” de Barack Obama o el sonsonete de “Estados Unidos primero” de Donald Trump. Y de John F. Kennedy en adelante los presidentes han comparado a Estados Unidos con una “ciudad en la colina”: un ejemplo para el resto del mundo.
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