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Uso y abuso de la historia de la inflación

PRINCETON – George Santayana alguna vez observó que “quienes no recuerdan el pasado están condenados a repetirlo”. Pero permítanme ofrecer un corolario: quienes recuerdan mal el pasado pueden incurrir en el error de malinterpretar la historia.

Un ejemplo concreto: muchos observadores de la difícil situación que hoy enfrenta la Reserva Federal de Estados Unidos -que es similar a los dilemas que deben abordar otros bancos centrales en todo el mundo- han trazado paralelismos con los problemas que el presidente y la Fed enfrentaban a comienzos de los años 1980. La implicancia (si admitimos el paralelismo) es que amainar la inflación exigirá tasas de interés mucho más altas, mucho dolor y probablemente una recesión profunda.

Sin duda, los paralelismos existen. La inflación de Estados Unidos en los últimos 18 meses aproximadamente ha sido la más alta desde la era Volcker. La población se ha sentido profundamente atribulada por el alza de los precios, como en aquel entonces, haciendo que la inflación se convirtiera en el problema económico número uno. Y, al igual que en los años 1970 y principios de los años 1980, la economía ha sido castigada por una serie de shocks de oferta adversos para los precios de los alimentos y de la energía. Pero una comparación de la tarea del actual presidente de la Fed, Jerome Powell, con la de Volcker revela que las diferencias son mayores que las similitudes -y todas ellas hacen que el trabajo de Powell sea relativamente más sencillo.

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