Fatuas.com

Decapitaciones en línea, fatuas en línea: el mundo subterráneo del ala radical del Islam se puede encontrar en incontables sitios de Internet. Estos fanáticos, dotados de sofisticación tecnológica, son capaces de llegar a un amplio público. Pero ese público existe debido a la profunda insatisfacción e ira de tantos jóvenes musulmanes en todo el mundo. La Internet ha permitido comunicarse a una comunidad mundial de descontentos y resentidos.

Occidente piensa que esta rabia es el signo de algún choque de civilizaciones: "nosotros" contra "ellos", lo que implica que un solo bando puede ganar. Pero la ira de los jóvenes musulmanes proviene principalmente del rechazo a sus líderes corruptos y el servilismo de estos gobernantes hacia los Estados Unidos. En otras palabras, es una amargura que tiene sus raíces en causas materiales, no en un sentimiento fanático, irracional y antidemocrático, cuyos adherentes deban ser reeducados o aniquilados.

El problema comienza en la cima de las sociedades musulmanas, no con los descontentos de abajo. En su mayoría, los gobernantes musulmanes no han satisfecho las necesidades de sus pueblos. Al mismo tiempo, en gran parte del mundo musulmán, por lo general los regímenes autoritarios intentan controlar y propagar formas excluyentes del dogma islámico.

Durante muchos años, estos regímenes (ya sea los chiítas de Irán o los wahabitas de Arabia Saudita), tuvieron éxito en suprimir el pluralismo y la individualidad. Pero, a medida que sus regímenes eran vistos como cada vez más ilegítimos, su modelo islámico también perdió credibilidad. De modo que los desilusionados y los descontentos buscan un Islam que cumpla con sus expectativas.

Para los muchos sitios Web que atraen a estos desafectos, es de gran ayuda que hoy en día no exista una autoridad central para la umma musulmana (la palabra que designa a la comunidad del Islam). Al humillar, degradar y colocar fuera de la ley de cualquier tendencia islámica que no coincida con el dogma imperante, los regímenes autoritarios no eliminaron el pluralismo, sino meramente lo hicieron subterráneo. La tecnología actual permite que esas corrientes antes invisibles se manifiesten y pongan en contacto.

Frente a la represión, el Islam de la Internet parece hablar con auténtica autoridad. Pero la tradición del Islam siempre ha sido pluralista y tolerante de las diferencias. El Califa Ali Ibn Abi Talib dijo: "Nuestra fuerza radica en nuestras diferencias". Durante más de mil años, bajo los gobernantes tradicionales de la Meca, los descendientes hachemitas del Profeta Mahoma, todas las sectas debatieron e intercambiaron conocimientos en la Gran Mezquita.

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De hecho, antes del régimen saudita-wahabita de 1932, La Meca era cosmopolita y abierta. Los adherentes de las cuatro escuelas sunnitas, así como los chiítas, los zaiditas, los ismaelitas, etc., y todos quienes pertenecían a diferentes orígenes y razas (indios, centroasiáticos, persas, marroquíes, africanos y turcos) reconocían sus diferencias, pero podían identificarlas en una única fuente, el Corán.

Pero los wahabitas intentaron apropiarse de La Meca para difundir su propia versión del Islam y exportar su doctrina excluyente. Por un tiempo, tuvieron éxito. Hoy, sin embargo, somos testigos del fracaso del proyecto wahabita de monopolizar el Islam. No es de sorprender que las fatuas del género pronunciado por el más alto clérigo wahabita, Bin Baz, como aquella promulgada antes de la primera Guerra del Golfo y que declaraba que la Tierra era plana, hayan perdido su autoridad y credibilidad. La ignorancia, combinada con la corrupción e hipocresía generales del régimen, vaciaron de significado estos dictámenes religiosos.

A esto le siguió el secuestro del Islam por parte de hombres radicales y airados, educados en el dogma wahabita pero desilusionados del mundo que heredaron. Las fatuas promulgadas después de Bin Baz son casi horrendas en su intolerancia y virulencia, y ciertamente dan una apariencia de atraso y antimodernidad. Chocan no sólo con Occidente, sino con la edad del oro del Islam, cuando florecían los astrónomos, matemáticos, médicos, filósofos y poetas musulmanes. Aunque la Internet parezca estar renovando el pluralismo islámico, las fatuas en línea de hoy son órdenes no negociables, no un llamado a una refrescante creatividad.

Cientos de sitios Web compiten en la actualidad por ser la nueva Meca, el lugar hacia donde todos los musulmanes devotos se dirigen para obtener orientación y guía. Las más extremas predican las ideas de Al Qaeda y su hermandad ideológica. Entre ellas se incluyen la espeluznante celebración del inminente martirio de un hombre joven que se convertirá en portador suicida de una bomba, mientras que otros sitios Web, dominados por los sauditas, son menos violentos pero han ampliado el alcance del pecado al incluir el aprendizaje del inglés, el estudio de las ciencias y el acceso a Internet a mujeres sin la presencia de un guardián hombre.

Las fatuas en línea azuzan la animosidad no sólo hacia Occidente, sino también hacia otros musulmanes. Los clérigos wahabitas, por ejemplo, llaman a una guerra santa contra los "herejes" chiítas, prometiendo recompensas celestiales. La mayoría de estas fatuas tienen una veta violenta que el establishment saudita desestima rápidamente como algo perteneciente a la Edad Media. Sin embargo, el hecho es que estos fanáticos son un fenómeno moderno, una creación de los fallidos sistemas políticos del mundo musulmán y un poderoso recordatorio del precio de largos años de represión.

Lejos de desaparecer, los reprimidos están retornando desde las profundidades en formas grotescas para asolar el mundo en que crecieron. No importa con qué empeño los gobernantes de sus países intenten evadir la responsabilidad por su surgimiento, el hecho es que no pueden escapar a su creación. La globalización y la tecnología han dado a los descontentos una nueva patria para profesar el Islam tal como ellos lo ven. En ese mundo de Internet, no hay autoridad que tenga la capacidad de silenciarlos ni satisfacerlos.

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