Cuando Francia dice no

No hace mucho, un analista político estadounidense comparó la pérdida de influencia de Francia en Europa después del voto negativo en el referéndum de 2005 sobre el Tratado constitucional de la UE con la rendición del país en 1940. Es una analogía provocativa pero, ¿es acertada? El colapso de 1940 reveló la fragilidad de la democracia de Francia y su falta de confianza en la capacidad del país para encarar las amenazas externas. Al rechazar la Constitución Europea, Francia expresó su temor, entre otras cosas, a la globalización.

Una mejor analogía para el voto negativo es el rechazo al Tratado para establecer la Comunidad Europea de Defensa (CED) en 1954. En ambos casos se cometió un error histórico grave. En gran medida, Francia había iniciado ambos tratados, había logrado que sus socios europeos los aceptaran, pero al final vetó sus propias empresas.

¿Por qué tanto en 1954 como en 2005 los franceses –en una ocasión la Asamblea Nacional y en la otra el electorado- rechazaron las propuestas que Francia misma había concebido? Ambos proyectos buscaban construir una Europa auténticamente supranacional. La CED habría creado un ejército europeo que habría incluido aun a tropas alemanas. El tratado de defensa propuesto también habría sido apoyado con planes para crear una comunidad política europea cuyas principales características habrían sido definidas por una comisión constitucional compuesta por miembros de los parlamentos nacionales. En efecto, esta comisión habría sido la precursora de la Convención sobre el futuro de Europa de 2003-2004 que redactó el proyecto del Tratado constitucional bajo la dirección del ex Presidente francés, Valéry Giscard d’Estaing.

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