347df00246f86fd01936b809_dr4192c.jpg Dean Rohrer

La cumbre de las intenciones sordas

CIUDAD DE MEXICO – La Cumbre de las Américas, que tiene lugar aproximadamente cada tres años, podría ser vista como el típico despilfarro latinoamericano que convoca a los jefes de Estado durante unos días, tanto al sur como al norte del Rio Grande, para pronunciar discursos interminables que no conducen a ninguna parte. Pero, de vez en cuando, la Cumbre -una iniciativa norteamericana lanzada por el presidente de Estados Unidos Bill Clinton en 1994- en realidad ayuda a llevar cuestiones clave a la mesa hemisférica.

Una de esas cuestiones fue la llamada Área de Libre Comercio de las Américas, que fue propuesta por el ex presidente norteamericano George H. W. Bush en 1990 y que luego colapsó en la cumbre de Mar del Plata, en Argentina, en 2005. Indignado por la presencia del hijo de Bush padre, el presidente George W. Bush, el primer mandatario venezolano Hugo Chávez convocó a miles de manifestantes antinorteamericanos para protestar contra el acuerdo.

La Cumbre de las Américas en consecuencia sirve como un barómetro de las relaciones entre Estados Unidos y Latinoamérica, aún si no alcanza una gran trascendencia.

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