brown103_SANAULLAH SEIAMAFP via Getty Images_afghanistan SANAULLAH SEIAM/AFP via Getty Images

Una ventana de oportunidad en la lucha para educar a las niñas afganas

EDIMBURGO/NUEVA YORK – Ya han pasado más de dos años desde que el ejército de Estados Unidos puso fin a su guerra de décadas en Afganistán, y la atención del mundo, como era de esperarse, ha virado a los conflictos terroríficos en Gaza y Ucrania. Pero el caos que dejó atrás el retiro caótico de Estados Unidos no se ha despejado -lejos de eso-. Desde que los talibanes regresaron al poder en agosto de 2021, la crisis económica y humanitaria del país se ha profundizado y agravado.

Las condiciones de las niñas y las mujeres afganas, en particular, se han deteriorado aceleradamente, echando por tierra sus esperanzas para una vida personal y profesional. En un edicto tras otro, el nuevo gobierno teocrático las ha privado sistemáticamente de sus derechos humanos fundamentales, entre ellos la educación. Como resultado de ello, Afganistán se ha convertido en el único país en el mundo donde las niñas tienen prohibido asistir a la escuela después de los 11 años.

Hoy hay millones de niñas afganas a las que se les niega la posibilidad de desarrollar su talento y cumplir sus sueños, exponiendo a una generación al riesgo de un daño duradero y poniendo en peligro el futuro económico del país. Peor aún, a esas niñas y mujeres que huyeron a Pakistán para continuar su educación una vez más se les negará la escolaridad. El gobierno paquistaní recientemente ordenó la expulsión de 1,7 millones de afganos indocumentados, de los cuales 700.000 aproximadamente buscaron refugio en el país después de la llegada de los talibanes al poder.

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