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Salvar las apariencias y la paz en el Golfo

PRINCETON.– Occidente e Irán juegan un juego peligroso. Durante los últimos diez días, Irán amenazó con cerrar el Estrecho de Ormuz y advirtió a Estados Unidos que no enviara nuevamente un portaaviones al Golfo Pérsico. Como era de esperarse, EE. UU. respondió que sus portaaviones pueden patrullar donde sea necesario para promover la libertad de navegación, y que lo harán. Irán anunció entonces que realizaría ejercicios navales en el Estrecho.

En el juego de «la gallina», dos conductores de automóviles aceleran a toda velocidad en direcciones opuestas; o uno de ellos se asusta y da un volantazo, o ambos chocan y se convierten en una bola de fuego. Los gobiernos del mundo no pueden mantenerse como espectadores del desarrollo de este juego en el punto neurálgico de la energía mundial. Es momento para que las terceras partes participen y faciliten soluciones que permitan a Irán salvar las apariencias al tiempo que significativa y creíblemente reduce su provisión de uranio enriquecido.

Tal vez Irán tiene en sus planes producir un arma nuclear, tal vez no. Sin importar el caso, es una clara violación de sus obligaciones según el Tratado de No Proliferación Nuclear, como lo determina la Agencia Internacional de Energía Atómica, a cargo del control de ese acuerdo. Su continuo incumplimiento está desestabilizando a todo el Medio Oriente, con serias repercusiones para la seguridad mundial.

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